septiembre 23, 2014

Objetos duraderos.

Hay pocos objetos que nos acompañen a lo largo de nuestra vida, que la mayoría de ellos se rompen, se desportillan, se averían y acaban en el estercolero, aunque ahora se reciclan algunos pocos.
Que decir de la ropa, que se descose o se deshilacha, se ve que los tejidos ya no son como antes.
Los coches se desvencijan y se vuelven chatarra, chatarra carísima.
Las casas, si duran mucho, que yo las hago también, aunque hay que parchearlas de vez en cuando, sobre todo el agua las arruina.
Los muebles heredados suelen durar bastante, aunque se pasaron de moda y no son muy útiles, pero no me refería yo a este tipo de objetos.

Pensaba en unos prismáticos, antes se decía gemelos y mas antiguamente binoculares.
He aquí que yo tengo unos antiquísimos, muy buenos, sus cristales permanecen transparentes y luminosos.
Creía yo de crío que serian suizos o alemanes, que aquí esas cosas no se fabricaban.
Tras mucho insistir me los dejaban, solo un poco.....niño cuélgatelos no sea que se te caigan....la fascinación de ver de cerca las cosas, magia pura.
Recuerdo que mirar al revés era todavía mas sorprendente si cabe, todo se ve pequeño y alejado.
Son estos de que hablo hoy, negros, pesados, que antes las cosas no se hacían de plástico, con su fina correa de cuero que permanece flexible e impoluta, que el cuero era mucho cuero entonces y se curtía con esmero.
No recuerdo como, dieron a parar en mi estudio, donde están hace años en su funda marrón también de cuero, a veces, cuando al ir a trabajar veo un buitre o un águila, me apresuro a enfocarlos, también miro las ramas de los alcornoques que se acercan a mi rostro, ahora ya cargadas de bellotas.

Hoy en día es fácil hacer pesquisas y he averiguado, que son españoles y del ramo de guerra, se ve que mi padre los consiguió de algún pariente del ejercito, que hubo varios.
Todo esto, lo se, no tiene ningún interés o actualidad, solo pensaba en el verso de Machado, cuando vio una rama verde en un olmo centenario.
Desde hoy mis prismáticos tienen su historia y su pequeño rincón en el mundo, con sus lentes ajustables, para ver lo que esta lejos cerca, para ver lo que esta cerca, lejos.
Son objetos que van durando, en buen estado y funcionando, me hizo anotarlo en mi cartera, como a Machado

  

septiembre 20, 2014

Finales de septiembre.

Ahora, ya mas de las doce, acaba de empezar el día veinte, a solo uno para que el verano acabe.
Hace ya muchos días que las playas de Cádiz se vaciaron de sombrillas toallas y neveras, que la gente va ahora con gran impedimenta y muchos se llevan hasta el "Ipad", todos el teléfono, que yo los he visto chateando al sol con esa sonrisa de bobos que se les pone al recibir la contestación.....de sabe Dios quien.
Pocos miran al horizonte, a las olas siempre cambiantes, a los barcos que lejos, se mueven despacio sin caminos que los guíen.
El final del verano es como todos los finales, productor de nostalgias, el otoño ya asomando a la naturaleza, anuncia recogimiento ante el final del ciclo de la vida.
Se fueron ya las aves que criaron aquí a sus pollos, los campos secos, yermos y los arboles desnudándose de su traje ahora ocre.

Me dio por recordar otra época, en que el verano acababa a principio de octubre, el verano de los niños, los niños son inmortales pues no tienen conciencia ni futuro, tampoco pasado.
Estos primeros días en que vuelve la friura, con los primeros chaparrones, eran en mi infancia un tiempo memorable, con la playa vacía y la marea baja,
Era el tiempo de la comida en la arena, frente a las olas de las mareas vivas, tortilla de patata y filetes empanados, gaseosa La Casera y baños interminables hasta muy entrada la tarde, que la digestión no se corta si te bañas con el ultimo filete en la boca.
Enfrentados a olas gigantes sobre las que cabalgar en una “txamapa” interminable que acaba en tripas raspadas contra la arena áspera, agua en las narices y el sabor salobre de los tragos involuntarios.
Tiritonas envueltos en la toalla, los labios amoratados, los gordos aguantan mas tiempo para envidia de los flacos.
El mundo entero para nosotros, los primos y unos pocos amigos, la playa salvaje con sus rocas y sus charcas para coger centollos, vígaros, para desprender lapas de un golpe seco y certero, para con las manos acuencadas, lentamente sacar a las temerosas quisquillas, gordas y transparentes, comerlas vivas en una demostración de nuestro infantil canibalismo.
Algún pitillo escondidos de nuestras madres, en las cuevas hasta donde llega la espuma sonora del Cantábrico.
Este septiembre esta muy cambiado, que los niños ya no tienen asueto, aunque aprenden poco con la pedagogía moderna, que mas enseñaban los primos mayores, las rocas, las galernas, las tormentas......que lo que enseña es vivir en libertad.
Es solo que por un instante añoraba yo el grupo de mi madre y mis tías, junto con otras madres, sentadas a lo lejos, las carpas cerradas casi todas, los toldos con sus varas vacías de tela, la bruma del noroeste haciendo el cielo blanquecino, vacaciones, larguísimas vacaciones, en las que aprendimos en que consistía la vida.


septiembre 07, 2014

Sobre el arte venatorio.

Hace ya muchos años, me encaminé con mi buen amigo Gerardo hasta pasar Talavera, donde a mano derecha hay una hermosa dehesa de encinas viejas.
Provistos de un buen taco en la mochila y dos escopetas, deambulamos por el día espléndido de invierno en busca de una presa.
He aquí que una desdichada liebre se arrancó de una retama, siendo abatida por el disparo seco de mi cañón derecho.

Al ver al animal inmóvil, con sus ojitos abiertos y sus patas tiesas, sentí su fallecimiento y me pareció haber interrumpido una vida pacifica de vegetariana, quizá con familia, en tan hermoso paraje, a los pies de Gredos.
Nunca mas me he acercado a un arma, a no ser en la mili, pero fue mayormente para desfilar, que no hemos tenido guerras por aquí por fortuna últimamente.
Al vivir en el campo he reanudado mi actividad venatoria, entiendase que sin animo de hacer carne, tampoco de adquirir trofeos, que el cacerío sigue sin gustarme y me parece tonto revolcar a un animal con tan poderosas armas de fuego, digamos que me parece falto de emoción y carente de inteligencia.
Ahora cazo para defensa personal, al modo de “Cocodrilo Dundee” o emulando a “Indiana Jones”, pues no quiero bichos rondando mi casa.
Empecé con un gran sapo, de aspecto siniestro, lo aplaste con la rueda del coche, el efecto fue deplorable.

Tras aquel primer lance, me he limitado a cazarlos con una caja de cartón, trasladándolos varios kilómetros, que son animales querenciosos y las primeras veces, volvían a los pocos días.
Ha habido algunas ratas en estos años, de las que Morticia, perra inteligente, daba buena cuenta, limtándome yo a retirar los cuerpecillos inertes,
Un vecino cercano, suele alimentar a algunos gatos asilvestrados, con lo que la intromisión de ratas ha cesado, aunque algunos felinos han sucumbido en las fauces de Morticia y algunos de sus hijos, Sandro, Nera, Tutú....van ya muchos gatos y generaciones de perros cazadores.
Creía yo haber llegado a un ecosistema equilibrado, donde los gatos depredan a las ratas y los perros limitan el crecimiento vegetativo de los gatos.
He aquí que en junio, he liquidado un par de culebras, estaban enceladas e invadían mi porche en busca de unos pajarillos que criaban en un aplique de la pared.
Fue un cacerío de mucha emoción, pues el macho era de casi dos metros, la hembra mas pequeña, el arma, un palo de golf, casi como de hombre de las cavernas, la lucha por la vida.

Creo yo que la disminución de “meloncillos”, voraz mamífero que abundaba por estos bosques, ha propiciado el aumento de las bichas, aunque una pareja de águilas que crían cerca, también las depreda, que yo lo he presenciado.
Ayer, un ruido en el taller, me dio indicios de que se preparaba un nuevo ojeo, bueno esta vez ha sido caza en mano con perro.
Ayudado por Sandro, la rata ha caído en el enfrentamiento, que en esta época hacen nido y no es agradable, que crían muchos hijos estos animalejos.

Así pues con el tiempo, me he convertido en el vértice de la cadena trófica, en mi pequeño entorno controlo las poblaciones de animales silvestres y domésticos, atento a defender mi territorio, que si los veo en el campo, desde lo de la liebre, juro que no soy agresivo.
No menciono, hormigas grillos, mantis religiosas, moscas saltamontes salamandras.....eso es caza menor sin interés para esta narración .