septiembre 20, 2016

José, mi amigo.

Parece que mi sino es escribir del pasado, supongo que es normal siendo este ya tan dilatado y bastante fecundo, además de lleno de contrastes.
Esta tarde nublada de septiembre, me llega un mensaje escueto de mi hermano....”José esta  para no mas de una semana”,
Me ha entristecido mucho, sobre el ya lánguido atardecer de cielo plomizo.
Crecimos juntos, desde niños, en que con su hermano, íbamos a pescar al mar, que el mar era el Cantábrico, no sabíamos de otro sino por los libros del colegio.

Tenían una barca de remos con una raya azul delgada a lo largo de la borda, pescábamos chipirones con potera, aunque yo recuerdo una tarde en la que guisamos unos mejillones cogidos en las rocas, en una salsa marinera, con pan rayado para espesarla un poco.
Desde esa misma barca, cogió con el remo una medusa de esas violáceas con forma de globo, que le estalló entre las piernas, le metieron en una bañera con aguarrás entre gritos y sollozos.
José es tragón desde niño y lo recuerdo engullendo los mejillones, grandes con su concha negra que hace de cuchara.
Mi madre me dijo un día.....no me gusta que vayas con esos chicos tan mayores...el caso es que nos hicimos inseparables.
Su madre, ya de estudiantes, me reprochaba que los revolucionaba, les diría, no me gusta que andes con ese tan pequeño….las madres….
Lo recuerdo en los primeros lances con las chicas, el era alto y un poco gordo, quizá algo patoso, el caso es que no tuvo grandes éxitos en lo que yo recuerdo, que las niñas estaban mas pendientes de los fantoches y Jose era de rostro noble y conversación seria.
Aprendió a tocar la guitarra, rasgueo y esas cosas, el caso es que la primera canción de Bob Dylan la escuché en versión suya, en el mirador, tarde a la noche en aquellas escapadas inocentes, “Time are changin”. 
Fines de semana de deporte juntos y luego meriendas en California 47 de tortitas con nata, siempre glotón, a veces en su casa de la Calle Génova donde aquel ascensor decimonónico que sube solo al primero.
Su perro “el moro”, un buldog negro que babea y ladra furioso, parte ladrillos con las muelas y a mi, me atemoriza.
Ya de estudiantes, interminables amaneceres hablando de religión o de física cuántica, frente a la fuente de mahonesa y el pan para mojar, que estudiar da hambre, José siempre tan glotón.
La primera vez que escuché la palabra “antimateria” fue también de sus labios, el sabia mucha física y a mi me gustaba que yo mayormente estudiaba física estática, el hablaba de las galaxias y la materia oscura, es creo yo un poco poeta.
Memorable el día en que invitamos a Miriam a cenar en Ramonene, un caserío en el monte, con precio de estudiante, pochas angulas y postres de hojaldre, que José era glotón....al día siguiente le pregunta a la invitada que le gustó mas de la cena y ella, tan educada.....responde, “vuestra compañía”.
Ahora al recordar a Miriam pienso en lo mal que acabo, acabo muy mal, esto es como una carrera de obstáculos y vamos tropezando y levantándonos, muchos ya no lo hacen.
En aquellos años hicimos cosas prodigiosas, como ir muchas veces de madrugada a encender la fuente de las cuatro estaciones, en Recoletos, ir a romper el hielo del lago del palacio de cristal, en El Retiro, a la berbena de San Antonio antes de amanecer, tantos chocolates en San Gines….!!!
Jose hacia una cosa muy graciosa, dejaba el coche en primera al ralentí y se bajaba corriendo junto a el, gritando PEDRO TERGAL!!! según un anuncio de camisas de la época, que el imitaba, luego abría la puerta y se subía de nuevo, maniobra que hoy en día esta creo yo, penada con cárcel y gran quebranto económico, era Jose tan con ganas de divertirse, de forma siempre tan inocente.

Asistí a su boda, en uno de esos pueblos que se llama no se que de Cameros, que hay varios.
En el hotel, hace frío y su padre llama a recepción y dice que tiene frío....lo siento señor no podemos hacer nada.....bueno pues quemo los muebles contesta.
Al instante le subieron una estufa de esas de butano, el caso es que me recordaba mucho a su padre, al que quise casi como al mío.
Como su padre también gustaba de vestir con pantalones y camisa de Mahón, con sus alpargatas, como de pescador, hombre elegante y sin afectación, hay ahora tanto mamarracho.
Incluso me arrastró hasta casa en una borrachera infantil involuntaria, recuerdo le decía “cuidado José que derrapamos” mientras me asía de su brazo al doblar la esquina.
El matrimonio fractura las amistades, es normal, así que nos vimos con menos frecuencia.
Como todos tuvo éxitos y fracasos, luces y sombras, pero cada vez que le vi en estos años conservaba esa mirada de cuando me hablaba de la antimateria, una mirada limpia y esperanzada.
No creo que le vea mas, pero quisiera que estas letras las sintiera ahora mientras duerme, que le dará la risa de tantas cosas divertidas, que le saldrá una sonrisa de tantas cosas bonitas, estas ya las tenemos en común para siempre jamás, que suerte y al tiempo que lastima no haber compartido mucho mas tiempo en estos años en que la distancia, ha hecho infrecuente nuestros encuentros.
Ojalá el recado de mi hermano sea solo una caída mas, el se ha levantado de muchas, siempre airoso y con su mirada limpia.