La ensenada de "Baelo Claudia" permanece igual que hace miles de años, flanqueada por dos sierras y su blanquísima playa interminable que se convierte en duna hacia poniente, el mar limpio y antiguo, la vegetación rala que crece en la arena frente a las olas, mas lejos los pinos verdes y redondos.
Parece que fue centro de pesquería cuando los romanos, todavía hay restos reconstruidos de templos, casas e incluso un teatro.
En su estado original, subsiste un extraña construcción con pozos en la roca donde hacían sus salazones y esa cosa que llamaban “garum” anticipo del atún en aceite de nuestras latas modernas que se anuncian en la tele.
Es fácil imaginar la escena de las naos fondeadas junto a la duna, donde el mar no bate, cargando el mejunje en ánforas y toneles camino de cualquier puerto del imperio.
Ahora en septiembre, quedan bastantes bañistas, aunque en la inmensidad de la linea de costa se desvanecen no alterando demasiado el ambiente.
Algunos cargados de bolsas de comida, sombrillas, sillas y demás impedimenta, forman campamentos de regular tamaño.
Otros mas esenciales solo con toalla, muchos con perros, haciendo desprecio de la ley que lo prohibe, demasiadas leyes pensarán los infractores.
Pocos niños, propio de nuestra pirámide de población, todos con “manguitos” y solitarios, hijos únicos probablemente, ignoro si hay una ley autonómica sobre el uso obligatorio de manguitos.
Algunos europeos, mayores, creo que alemanes por lo serios y silenciosos, por ultimo, vacas retintas que pasean indiferentes entre la fauna veraniega que pronto desaparecerá con los primeros frescores de octubre.
Un museo feo y fuera de escala altera el paisaje, creo que fue en la primera modernización de Andalucía cuando algún consejero lo encargó, seguro que a un pariente, con titulo pero sin sensibilidad.
El resto un amago de pueblo, algunos chiringuitos con cubierta de brezo, se integran en lo alto de un escalón que forma la arena al convertirse en tierra firme.
En los chiringuitos se come regular y suena música de Bob Marley, el volumen alto y....... entre canción y canción se escuchan las olas y el viento, brisa suave en este día.
Es un paraje singular y delicado que se estropea con el personal, habrá que volver ya entrado el otoño para imaginar de nuevo las trirremes de vela latina y los ciudadanos con túnicas blanquísimas, la almadraba siempre llena de peces y las mismas sierras guardando la misma ensenada.
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