julio 18, 2013

Cocón, mi primo.


Nadie creería ahora que mi primo Juan Carlos, “Cocón” hacia esas maravillas con la arena, con los años ha devenido en virtuoso dibujante de barcos, con varias exposiciones a sus espaldas. Es ademas escritor de libros y especialista en pesquerías.

Era la de aquella playa una arena humedecida y limpia tras bajar la marea, que casi, como barro de alfarero, se dejaba moldear bajo las palmadas de las manos diminutas y al secarse al sol permanecía firme, sin desmoronarse.
Temprano a la mañana, esperando las tres horas tras el desayuno, para evitar el corte de digestión tan temido y amenazador, en boca de nuestras madres, los primos se distraen.
Carreras de canicas, pescar quisquillas en las rocas, hacer un volcán......... incluso partidos de fútbol playeros con marea baja, sobre una arena dura y húmeda, de color yema tostada.
Las guerras de barcos son de lo mejor, todos acopiamos arena en dos bandos separados unos metros, de lo que serán en poco tiempo dos flotas enfrentadas, como de guerra mundial en cualquiera de los mares, incluso en este Cantábrico que nos contempla.
Las manos de Cocón, dan forma a portaaviones de quilla afilada y torre de operaciones, con cubierta de vuelo con rayitas para el despegue.
Acorazados esbeltos con baterías de palitos, y puente de mando con antenas también de palos esbeltos.

Siniestros submarinos de periscopio sobre la torreta y cañón de proa, que apenas sobresalen de la arena, algunos destructores de escolta, mas pequeños, erizados de baterías, con sus proas elevadas para cortar el mar.
Una vez acabadas las escuadras y agrupados los primos en dos bandos, tras sus barcos, turno de pedradas, de piedras redondas y claras que provocan destrozos en los cascos de las embarcaciones, con alborozo y chillidos de los combatientes, fragatas partidas en dos, submarinos difíciles de acertar, los portaaviones son el blanco preferido, con su torre descentrada sobre la cubierta de vuelo.
El final de discusiones violentas pues algun niño se acerca en demasía para descargar una pedrada alevosa, bolas de arena que vuelan hacia las cabezas infantiles, arena húmeda como latigazos en la espalda de uno que huye, algun lloro de los pequeños y tras el caos y la destrucción, cuerpos rebozados de arena finísima, que corren hacia la orilla, hacia las olas blancas .
El frescor del agua salada con perfume de algas y el color verdoso al abrir los ojos, bálsamo de Fierabrás que calma a la tropa, que pronto saldrá en busca de las toallas, tiritando y agotada.
Mañanas sencillas de niños flacos con flequillo, casi todos del Real Madrid o de Bahamontes, ignorantes de la vida y de la muerte.
A veces pienso en ellos, algunos ya no están aquí, otros se ganan la vida de formas diversas, todas honradas, gente decente.
Muchos ya con nietos, que juegan en otras playas, ninguno sabrá hacer barcos supongo, aunque todos serán del Real Madrid, que hay cosas que perduran por generaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario