Ocurrió que escuchando el Réquiem Alemán de Johannes Brahams, me dio por pensar no en la muerte, pensamiento tétrico y …..lagarto lagarto, sino en la ceremonia que rodeaba a la muerte hasta hace pocos años, pompa y circunstancia para el gran viaje, el viaje misterioso.
El Réquiem Alemán es como para morirse, claro que ahora a nadie le interpretan algo así “corpore insepulto”, todo se ha vulgarizado con el laicismo.
Para empezar la gente normal se moría en su cama rodeado de sus deudos que lloraban y se afligían junto al lecho, ahora nos morimos en una UCI llenos de tubos y fármacos, ante la presencia de una ATS emigrada hace poco, las mas de las veces ni eso.
Que decir de los entierros, con gran féretro de madera tallada y carruaje con caballos negros, todo ello tras un responso en buena iglesia, el cortejo numeroso de personas bien ataviadas, silenciosas caminando el principio del viaje a la eternidad, largo viaje.
Incluso los menos pudientes tenían su pequeña ceremonia y caja de pino simple, algunos del barrio acompañaban al vecino y la Iglesia nunca escatimaba unas oraciones.
Con la modernidad surgieron los tanatorios, ya el nombre es ridículo e inventado, todos conocemos de oídas a “Eros y Tanatos”, el primero que se construyo fue el de la M-30 de Madrid, proyectado por el Arquitecto Fernández Alba, un horror, la muerte industrializada, el Leroy Merlín de los fallecidos, además los muertos siempre han sido singulares, en los tanatorios los cuartos están llenos y hay que buscar al propio como cuando vas al Corte Ingles y buscas la sección de caballeros, que vulgaridad, se ven seres compungidos de otros difuntos, el dolor publicado e indiscreto.
Solo nuestra civilización ha trivializado la muerte, siempre fue algo solemne y trascendental.
Recuerdo de niño, en las películas, que los indios cuando viejos sentían su final y se iban a la pradera solos a morir, es mas digno y por supuesto mas estético, por cierto que aquí el sitio ideal seria irse a La Mancha, a esos llanazos de horizontes ilimitados donde el espíritu puede reposar y fundirse con la naturaleza, para así encaminarse al mas allá henchidos de belleza y espiritualidad.
Total que desde mi punto de vista siempre algo absurdo, lo reconozco, la modernidad solo ha añadido fealdad a nuestro final, al muerto supongo que le resbala, pero a los vivos nos toca pasar esos trances de una forma desabrida y ramplona, en la próxima, prometo silbar un Réquiem, de Verdi de Mozart o de….el difunto me lo agradecerá.
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