abril 22, 2012

Ne me quitte pas.



A media mañana, me he detenido bajo un frondoso acebuche por el que pasaba, en el que un pájaro que no he podido identificar, cantaba de una forma prodigiosa, con sonidos inverosímiles y ritmos cambiantes.
He pasado unos minutos acechando, justo sobre mi cabeza, ha interpretado unas “Variaciones Goldberg”, creo que mas bien las ha compuesto, los pájaros son mas de improvisar que de seguir partitura, aunque quien sabe si la llevan impresa en el ADN al nacer.
Pensaba yo que cantan, para atraer alguna pájara, pues que ahora están todos los animales en celo, incluso el Monarca Constitucional.
El caso es que me ha dado la risa al acordarme de mi amigo “Ricardito” y lo explico a continuación.
Es bien conocido que el hombre no canta para atraer a la hembra, se dedica a otros alardes, a veces simplemente paga, pero Ricardito si lo hacía.
Era hombre guapo de cara y proporcionado de hechuras, aunque de estatura menguada, pulcro y bien peinado, ademas de estudiante de arquitectura, profesión prometedora en los setentas, como luego resultó serlo.
Fueron varios los veranos en los que, acompañado a la guitarra por “Alvaro”, cantaba “Ne me quitte pas” de forma desconsolada que incluso en algunas actuaciones derramaba lagrimas, como el mismísimo “Jacques Brel”.
Calculo que debieron ser cinco veranos a mas de treinta interpretaciones por temporada, tarde a la noche las mas de las veces y ante la insistencia del publico femenino que lo adoraba (a Ricardito).
Las hembras de los lances por allá en el norte, eran mayormente francesas, entonces mas licenciosas que las españolas, por lo que se comprende el canto de mi amigo en el idioma de Ronssard.
Al segundo verano la cosa, ya me cargaba, con la dichosa cancioncilla y el acompañamiento vulgar de Alvaro, de rasgueo sobre simples acordes, hasta el momento de las lagrimas finales, en que el rubor por la vergüenza ajena se me venia a las mejillas abandonando el lugar y refugiándome en la negrura de la noche donde se escuchaba levemente, ne me quitte pas, ne me quitte pas, ne me quitte pas, ne me................................
No conozco el resultado amoroso de sus cantos veraniegos, era un joven caballeroso, incapaz de divulgar los secretos de alcoba, si aseguro pues estuve en su boda, que con los años casó felizmente y ha tenido descendencia.
Ignoro si continuó cantando tan desgarradora canción, en las veladas familiares rodeado de sus retoños, aunque no lo creo.
El caso es que mi pájaro cantor de la mañana me hizo sonreír recordando estos sucesos de la juventud, con lo que concluyo afirmando que las aves cantan para alegrarnos la vida y embellecer todavía mas la naturaleza en primavera.




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