enero 16, 2013

Cuesta de Enero.


La expresión es feliz y supongo que bastante antigua, debió nacer con los primeros trabajos estables con sueldo fijo, allá por los cincuenta.
Antes no pudo existir por la falta de consumo, la Navidad era solo una cena con lentejas y algo de carne de segundo, de pollo o de conejo, para postre unos dulces de obrador de barrio y eso si, vino en abundancia, aunque de frasca.
Es con el desarrollo que aumentan los asalariados con paga extra de Navidad, funesto recuerdo del régimen anterior, para un pueblo que se volvió laico, deberían cambiarle el nombre por “paga ciudadana del solsticio de invierno”, con lo que los trabajadores musulmanes no se mosquearían como ahora ocurre.
Volvamos al pasado, pues los escaparates se han vuelto tentadores y están los niños y sus reyes, la cena copiosa de Nochebuena y la comida al día siguiente, la lotería, los aguinaldos y......el resultado es que se gasta lo que no se tiene y claro, en enero se acumula el trabajo y hay que hacer economía en todo.
Este diciembre se hablo mucho del "Fiscal Cliff" que es mas desgarrado, la cuesta implica el esfuerzo que se superará para llegar a febrero y luego a marzo, la vida continua.
Somos pueblo sufrido y animoso, nunca emplearíamos como los americanos el "precipicio de enero" que es concepto preñado de acabamiento y desastre.
Lo malo es que en estos tiempos la cuesta se ha extendido prácticamente "ad infinitum" pues no se vislumbra el final de esta pirueta que comenzó en 2.007, cinco años ya de pendiente que se vuelve mas y mas empinada.
En las cuestas de enero tradicionales, nadie protestaba y casi se veía con simpatía, una tradición, ahora en esta subida sudorosa todos están irritados, muchos desesperados e insultan y patalean y piden venganza, no se sabe contra quien, los políticos, los banqueros, ellos mismos, aunque el hombre es reacio a aceptar las consecuencias de sus actos.
Solo algunos pocos plutócratas que van quedando, pasan este mes tan ricamente, sin despeinarse, como no sea por los vientos del Caribe, que aquí hace frío ahora y la calle esta repleta de mal humor y rostros desagradables.
Ojalá pronto tengamos aquellas cuestas de enero antiguas, alegres y compartidas, seguros de que en febrero la vida volverá a ser amable y predecible, que así sea.

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