marzo 05, 2013

La casa de fieras.


Es un nombre memorable y con sonido de nostalgia, lo recordaba el otro día sin venir a cuento, pocos ya lo conocen y no hay ni rastro del que fue el muestrario de animales exóticos para los madrileños, desde Fernando VII en que se instauró inicialmente cerca del Museo del Prado.
Era la visita mas deseada para los niños de botas y pasamontañas del Madrid pobrete de un pasado no muy lejano.
Con entrada por el paseo de coches del Retiro, pues los coches circulaban entonces por dentro del parque, incluso se hacían carreras de motos, que también yo las vi alguna vez.
No fui un visitante frecuente pero si tengo imágenes de “La Casa de Fieras”, con sus guardas de traje de pana con solapas rojas y gran sombrero de ala ancha también pardo.
No sabíamos nada de ecosistemas o mamíferos, de marsupiales o depredadores, eran las “fieras”, algo temeroso y que debía estar enjaulado.
Recuerdo bien al oso blanco, de enorme tamaño, en su pequeña jaula con su charca delante, sus paseos monótonos a un lado y al otro con breves paradas, mas que blanco amarillento pues así era su lana.
Siempre los madrileños se enorgullecían, de la muerte del oso a causa de una pulmonía, que así de fatuos somos los hombres y presumimos incluso de lo malo, en este caso de frío extremo que mato al oso polar allá por los sesentas.
La jaula de los monos era como Sodoma y Gomorra, que esos animales son muy rijosos y no se cortan para toquitearse y hacer atrocidades sin recato alguno.
Los niños mirábamos embobados y curiosos sus acciones, a veces con pudor y algo de vergüenza, animales procaces los mandriles 
Llamativos sus traseros rojos como de bebe escocido, las madres con su cría aferrada al pecho, objeto del cortejo de los machos salidos.
Los leones, viejos y de melena deshilachada, adormecidos en la villa y corte, leones sin futuro y sin memoria de la sabana a la que nunca volverían, leones próximos a los de piedra de la Cibeles o de bronce del Congreso.
Las cebras de las sabanas con su pijama de rayas y sus dientes prestos a morder al niño que osa acercar su manita, niño cuidado!!!!, caballo deforme y obeso que no se puede montar.
La espectacular jirafa con su largo cuello y el movimiento de sus orejillas, como en el libro de Ciencias naturales, que los niños ya conocíamos por el colegio de la existencia de tantos seres extraños que vivían en Africa, con los negritos, los de la hucha de las misiones.
El viejo elefante de piel arrugada que acerca su trompa húmeda a los niños mas osados, que depositan cualquier cosa en la sonrosada punta.
Lo mas triste, la jaula de las rapaces, culebreras, milanos, incluso un águila imperial y mas tarde ya en los setentas, el cóndor regalo de Pinochet, todos ellos confinados por la alambrada que apenas les permite unos saltitos, posados en un simulacro de árbol, con sus ramas a modo de VPO de las aves.
El olor a entre establo y letrina, por toda la zona, los puestos de cacahuetes para los monos 
Los pavos reales que deambulan por los caminillos junto algún pato y un par de cisnes en un...........charco que no llega a estanque.
Nunca supe cuando se cerró la casa de fieras, aunque si se que se abrió el zoológico en la Casa de Campo, perdió su nombre y su lugar, a mi me gustaba como era y solo quise recordarlo ahora y dejarlo anotado.
  

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