Parece que son instituciones del pasado, que no oigo yo hablar ya de los manicomios.
Antes existían que yo lo recuerdo, se llamaban así, quizá es que ahora se llamen de otra forma y no los reconozco.
Se mencionaba uno muy famoso, el de Cienpozuelos, pienso que solo el nombre era ya una locura.
Tenía yo una tía llamada Maruchi que estaba algo loca, se refugiaba periódicamente en un manicomio y luego si mejoraba salía, así de forma intermitente.
Era parte del paisaje de las visitas familiares, de meriendas o pésames, tía Maruchi se sentaba en el borde de las butacas, con las piernas juntas, la falda cubierta por el bolso tapando las rodillas, silenciosa mira todo con una media sonrisa que no logra separar los labios pintados.
Al siguiente cumpleaños o primera comunión, Tía Maruchi no estaba, escuchaba yo a los mayores susurrar que se había ingresado nuevamente, se añoraban sus ojos negros y saltones que todo lo escrutan.
Es mi singular recuerdo de los locos, que yo catalogaba como seres de reacciones imprevisibles, a veces violentas, la cosa más temida por un niño siempre vulnerable.
Los borrachos eran también imprevisibles, quizá la locura les impulsaba a beber, pienso ahora.
Eran notables los chistes de locos y de manicomios, los había de muchas clases, largos y cortos, graciosos y crueles.
En muchas de estas chanzas se resaltaba la inteligencia de los locos, con lo que aprendí a distinguir la locura de la estupidez.
Así que hoy en día ya no hay manicomios, como dice la introducción de este exordio, mas bien se elogia ahora a los locos, como personas capaces de pasión y actos heroicos o creativos.
El loco mas famoso es Don Quijote, aunque es loco inocente y de acciones siempre bondadosas, aunque absurdas.
También he oído que los niños son locos bajitos, aunque no creo que sea cierto, son solo niños.
La realidad es que a los locos ahora los tienen empastillados, con lo que se vuelven pasivos y pacíficos.
Por el contrario, los que se empastillan, acaban locos, que las drogas confunden a las neuronas y se pierde la razón, estos individuos que llaman pastilleros, de botellón y noches sin dormir.
El panorama pienso, es complicado y difuso, lo cierto es que a diario leo yo noticias de locos que hacen locuras violentas, sobre niños mujeres y hombres, encubiertos por ese eufemismo de la violencia de genero, que no es mas que desequilibrio mental que incluso se auto agreden y se suicidan.
Así que ya no hay manicomios, los piraos andan por la calle, conducen, se casan y procrean, votan e invierten, justo ahora tras las vacaciones, se sumen en la depresión de septiembre, pero ya no hay manicomios donde reposar y quitarse de en medio.
Antes existían que yo lo recuerdo, se llamaban así, quizá es que ahora se llamen de otra forma y no los reconozco.
Se mencionaba uno muy famoso, el de Cienpozuelos, pienso que solo el nombre era ya una locura.
Tenía yo una tía llamada Maruchi que estaba algo loca, se refugiaba periódicamente en un manicomio y luego si mejoraba salía, así de forma intermitente.
Era parte del paisaje de las visitas familiares, de meriendas o pésames, tía Maruchi se sentaba en el borde de las butacas, con las piernas juntas, la falda cubierta por el bolso tapando las rodillas, silenciosa mira todo con una media sonrisa que no logra separar los labios pintados.
Al siguiente cumpleaños o primera comunión, Tía Maruchi no estaba, escuchaba yo a los mayores susurrar que se había ingresado nuevamente, se añoraban sus ojos negros y saltones que todo lo escrutan.
Es mi singular recuerdo de los locos, que yo catalogaba como seres de reacciones imprevisibles, a veces violentas, la cosa más temida por un niño siempre vulnerable.
Los borrachos eran también imprevisibles, quizá la locura les impulsaba a beber, pienso ahora.
Eran notables los chistes de locos y de manicomios, los había de muchas clases, largos y cortos, graciosos y crueles.
En muchas de estas chanzas se resaltaba la inteligencia de los locos, con lo que aprendí a distinguir la locura de la estupidez.
Así que hoy en día ya no hay manicomios, como dice la introducción de este exordio, mas bien se elogia ahora a los locos, como personas capaces de pasión y actos heroicos o creativos.
El loco mas famoso es Don Quijote, aunque es loco inocente y de acciones siempre bondadosas, aunque absurdas.
También he oído que los niños son locos bajitos, aunque no creo que sea cierto, son solo niños.
La realidad es que a los locos ahora los tienen empastillados, con lo que se vuelven pasivos y pacíficos.
Por el contrario, los que se empastillan, acaban locos, que las drogas confunden a las neuronas y se pierde la razón, estos individuos que llaman pastilleros, de botellón y noches sin dormir.
El panorama pienso, es complicado y difuso, lo cierto es que a diario leo yo noticias de locos que hacen locuras violentas, sobre niños mujeres y hombres, encubiertos por ese eufemismo de la violencia de genero, que no es mas que desequilibrio mental que incluso se auto agreden y se suicidan.
Así que ya no hay manicomios, los piraos andan por la calle, conducen, se casan y procrean, votan e invierten, justo ahora tras las vacaciones, se sumen en la depresión de septiembre, pero ya no hay manicomios donde reposar y quitarse de en medio.
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