Punta Europa es un sitio singular, donde el continente y el peñón se acaban, alto sobre el cruce de los mares.
No es muy frecuentado el sitio, que los que viene aquí es mas por alijar sin impuestos y así evitar a Montoro, ministro de sonrisa permanente en su boca, que expresa creo, la burla a que nos somete el estado confiscador.
Es paraje para dar un paseo lento, de levante a poniente, del Mediterráneo a la Bahía, para mirar el estrecho de través y ver los barcos, que van y vienen, tarareando la canción de Ottis Reading.
Siempre me sorprende la fea mezquita con su altísimo minarete, financiada por los sauditas, donde estuvo la advocación de la Virgen de Europa.
Pienso como andamos en esta tierra vieja, que nos vendemos con facilidad y se nos consumen la tradición y las costumbres de nuestros mayores.
Me voy del lado del acantilado y observo el mar, oscuro que el día es grisáceo, unas barcas pescan, al fondo varios cargueros fondeados, en el horizonte las siluetas desvanecidas de los barcos que cruzan hacia el Atlántico.
Cuando mas beatífico esta mi espíritu, una pareja en la que no había reparado, me pide que les fotografíe, ofreciéndome un teléfono negro y feo, donde pone Samsung.
Me dan las gracias, y retomo la mirada al agua azul, apenas hay olas, aunque se escucha su rumor y se huele su aroma.
Al poco otra pareja me solicita otra foto, esta vez con una cámara pequeña, me explica cual es el botón, pensará que soy idiota, así que actúo y les tomo tres o cuatro, me dan las gracias y me voy antes de que lleguen mas parejas, el sitio es solitario y no quiero mas sesiones fotográficas.
Me encamino despacio hacia poniente, de donde llega el viento, fresco y constante, con la Sierra de la Estrella al fondo entre la bruma.
Miro mas buques, también fondeados esta vez en la bahía, la mayoría petroleros, con sus viejos cascos miniados de rojo bermellón.
Hay un gran cañón del siglo pasado, que aquí la historia es de sitios y abordajes, de murallas y matacanes, aunque ahora es lugar de comercio y trapicheo, los tiempos heroicos quedaron atrás.
De refilón, adivino la pequeña Bahía de Rosia, donde desembarcaron a Nelson ya cadáver, aquí lo metieron en una barrica de ron y lo mandaron a Londres, donde esta subido en una columna en una plaza a la que llaman “Trafalgar Square”.
Al menos pienso, nos lo cobramos a cambio de Churruca y Valdés, aunque fue una gran derrota que muchos conmemoramos, el 21 de cada octubre.
Me dispongo a apretar el botón de arranque de mi montura, cuando observo a un par de “hebreos” que se bajan del autobús, aquí hace parada final, corretean hacia el faro, rojo y blanco, con su linterna en la cúspide.
Son ortodoxos pienso, el lleva levitón negro por bajo de las rodillas y ella parece una monja, con sayón oscuro, aunque el pañuelo a modo de turbante es estampado en tonos azules.
Los observo con curiosidad, el se atusa las coletas que le cuelgan de las sienes, a las que el viento se empeña en enmarañar, lleva un gorro negro en la coronilla, creo le llaman la Kipá, hablan un idioma extraño que supongo será lo que hablaban los fenicios hace ya milenios, en estas mismas costas.
No puede ser!!!! la monja se acerca y en correcto ingles me pide que les haga una foto, alargando la cámara, el ni me mira mientras se trabaja las coletas con unos dedos nervudos, blancos, como sarmientos.
Tiro un par de fotos y le pregunto, de donde son, la respuesta es, de Londres, pues vaya……...
Nada sabrán estos de Nelson ni de Churruca, que ellos son como los cananeos, de comprar y vender y no meterse en aventuras.
Ante la perspectiva de ser asediado por mas parejas con ansias de inmortalizarse en la Columna de Hércules, meto la primera y dejo atrás a la Virgen de Europa, la siniestra mezquita y las parejas que me acosan.
Por el espejo a la espalda, el estrecho en la niebla y los barcos fondeados, en reposo, sobre un mar encalmado de un color profundo y antiguo, como de batalla naval en octubre, que esta era la luz cuando aquello de Trafalgar, hace ya unos años.
No es muy frecuentado el sitio, que los que viene aquí es mas por alijar sin impuestos y así evitar a Montoro, ministro de sonrisa permanente en su boca, que expresa creo, la burla a que nos somete el estado confiscador.
Es paraje para dar un paseo lento, de levante a poniente, del Mediterráneo a la Bahía, para mirar el estrecho de través y ver los barcos, que van y vienen, tarareando la canción de Ottis Reading.
Siempre me sorprende la fea mezquita con su altísimo minarete, financiada por los sauditas, donde estuvo la advocación de la Virgen de Europa.
Pienso como andamos en esta tierra vieja, que nos vendemos con facilidad y se nos consumen la tradición y las costumbres de nuestros mayores.
Me voy del lado del acantilado y observo el mar, oscuro que el día es grisáceo, unas barcas pescan, al fondo varios cargueros fondeados, en el horizonte las siluetas desvanecidas de los barcos que cruzan hacia el Atlántico.
Cuando mas beatífico esta mi espíritu, una pareja en la que no había reparado, me pide que les fotografíe, ofreciéndome un teléfono negro y feo, donde pone Samsung.
Me dan las gracias, y retomo la mirada al agua azul, apenas hay olas, aunque se escucha su rumor y se huele su aroma.
Al poco otra pareja me solicita otra foto, esta vez con una cámara pequeña, me explica cual es el botón, pensará que soy idiota, así que actúo y les tomo tres o cuatro, me dan las gracias y me voy antes de que lleguen mas parejas, el sitio es solitario y no quiero mas sesiones fotográficas.
Me encamino despacio hacia poniente, de donde llega el viento, fresco y constante, con la Sierra de la Estrella al fondo entre la bruma.
Miro mas buques, también fondeados esta vez en la bahía, la mayoría petroleros, con sus viejos cascos miniados de rojo bermellón.
Hay un gran cañón del siglo pasado, que aquí la historia es de sitios y abordajes, de murallas y matacanes, aunque ahora es lugar de comercio y trapicheo, los tiempos heroicos quedaron atrás.
De refilón, adivino la pequeña Bahía de Rosia, donde desembarcaron a Nelson ya cadáver, aquí lo metieron en una barrica de ron y lo mandaron a Londres, donde esta subido en una columna en una plaza a la que llaman “Trafalgar Square”.
Al menos pienso, nos lo cobramos a cambio de Churruca y Valdés, aunque fue una gran derrota que muchos conmemoramos, el 21 de cada octubre.
Me dispongo a apretar el botón de arranque de mi montura, cuando observo a un par de “hebreos” que se bajan del autobús, aquí hace parada final, corretean hacia el faro, rojo y blanco, con su linterna en la cúspide.
Son ortodoxos pienso, el lleva levitón negro por bajo de las rodillas y ella parece una monja, con sayón oscuro, aunque el pañuelo a modo de turbante es estampado en tonos azules.
Los observo con curiosidad, el se atusa las coletas que le cuelgan de las sienes, a las que el viento se empeña en enmarañar, lleva un gorro negro en la coronilla, creo le llaman la Kipá, hablan un idioma extraño que supongo será lo que hablaban los fenicios hace ya milenios, en estas mismas costas.
No puede ser!!!! la monja se acerca y en correcto ingles me pide que les haga una foto, alargando la cámara, el ni me mira mientras se trabaja las coletas con unos dedos nervudos, blancos, como sarmientos.
Tiro un par de fotos y le pregunto, de donde son, la respuesta es, de Londres, pues vaya……...
Nada sabrán estos de Nelson ni de Churruca, que ellos son como los cananeos, de comprar y vender y no meterse en aventuras.
Ante la perspectiva de ser asediado por mas parejas con ansias de inmortalizarse en la Columna de Hércules, meto la primera y dejo atrás a la Virgen de Europa, la siniestra mezquita y las parejas que me acosan.
Por el espejo a la espalda, el estrecho en la niebla y los barcos fondeados, en reposo, sobre un mar encalmado de un color profundo y antiguo, como de batalla naval en octubre, que esta era la luz cuando aquello de Trafalgar, hace ya unos años.
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