No quisiera yo generalizar sobre si todo lo pasado fue mejor, los ordenadores de ahora son fantásticos, que decir de los teléfonos, las televisiones, los aviones, Especialmente impresionante es ese Boeing Dreamlinner, construido a base de fibra de carbono, con turbinas de álabes de titanio, hay tantas cosas increíbles nuevas, pero los coches......los coches de ahora son una basura, todos parecidos y sin personalidad.
Lo pensaba recordando un Lincoln Capri del 54 que tenia el padre de unos amigos, era lo nunca visto.
En aquella época era muy caro importar un coche, se pagaba hasta cuatro veces su valor en aranceles, así que había que comprar un Seat o un Simca o un sucedáneo de aquellos que se fabricaban aquí, es como lo que quiere hacer Trump ahora más o menos, en America.
El caso es que algunas familias con fortuna o enchufe para la licencia de importación, tenían un Mercedes o un Jaguar, algo así un poco más exótico.
Solo una minoría compraba un coche americano, eso era algo descomunal, eran grandes y de colores pasteles, a veces de hasta dos colores, con las ruedas blancas en el canto y lo mejor, las ventanillas eléctricas!!!!.
Les llamaban "haygas" por la envidia que come pero no engorda, se supone que los paletos adinerados iban a la tienda y decían, quiero el coche más caro que”hayga”....
El padre de mis amigos era hombre de mundo y viajado, entendía de motores y suspensiones, así que se compró aquella joya de la que disfrutó muchos años, que yo lo vi.
Ya pasado el tiempo, se lo dejaba a sus hijos que di yo unas pocas de vueltas en el Lincoln, aunque nunca lo conduje, tampoco viaje en el.
Era negro, brillante y descapotable, los asientos corridos como grandes sofás, de cuero rojo, así que íbamos tres o cuatro delante.
Dos grandes puertas que permitían entrar sin doblarse y una radio Motorola que sonaba como la Filarmónica de Berlín.
Los botones para las ventanillas eran plateados y frente al gran volante de color marfil, había un hermoso cuentakilómetros apaisado con los números blancos de las millas a las que aquello, volaba.
Los parachoques eran lo mejor, cromados y con grandes pinchos que pareciera un carro de combate de los egipcios, se llamaban defensas y vaya que si lo eran.
Un día chocamos en los bulevares con un taxi y le hizo dos agujeros limpios en la chapa, el Lincoln ni un rayajo, el taxista recuerdo, murmuraba "que buenas defensas", mientras tomaba los datos del seguro.
Aquellos coches americanos tenían motores de ocho y hasta doce cilindros, con hasta siete litros de cilindrada, así que ni hacían ruido al andar que iban a muy pocas revoluciones.
Gasolina, a chorros gastaba, pero daba igual que era muy barata, antes de que el Estado nos expoliara también por este concepto.
Yo veo que ahora todos los coches son iguales, ya no se gira la cabeza para ver pasar uno de aquellos haygas, silencioso, como un navío en la carretera.
Además menos en Alemania, ya correr es un delito, así que todos vamos como en rebaño, a un poquito menos de lo prohibido, en cochecillos vulgares y eficientes, a la moda de lo japonés o peor de lo coreano.
No sé para qué alguien compra ahora un bólido caro y feo, para ir a esos estúpidos 120km/h, con esa amenaza estatal de cárcel y pagando tanto IVA y tantas multas.
Ya no hay haygas, tampoco paletos que se refinaron mucho o....eso creen ellos, el caso es que como aquel Lincoln Capri del 54 ya no se ve nada, ni parecido, lastima de coches que mas parecen latas de conserva.
Lo pensaba recordando un Lincoln Capri del 54 que tenia el padre de unos amigos, era lo nunca visto.
En aquella época era muy caro importar un coche, se pagaba hasta cuatro veces su valor en aranceles, así que había que comprar un Seat o un Simca o un sucedáneo de aquellos que se fabricaban aquí, es como lo que quiere hacer Trump ahora más o menos, en America.
El caso es que algunas familias con fortuna o enchufe para la licencia de importación, tenían un Mercedes o un Jaguar, algo así un poco más exótico.
Solo una minoría compraba un coche americano, eso era algo descomunal, eran grandes y de colores pasteles, a veces de hasta dos colores, con las ruedas blancas en el canto y lo mejor, las ventanillas eléctricas!!!!.
Les llamaban "haygas" por la envidia que come pero no engorda, se supone que los paletos adinerados iban a la tienda y decían, quiero el coche más caro que”hayga”....
El padre de mis amigos era hombre de mundo y viajado, entendía de motores y suspensiones, así que se compró aquella joya de la que disfrutó muchos años, que yo lo vi.
Ya pasado el tiempo, se lo dejaba a sus hijos que di yo unas pocas de vueltas en el Lincoln, aunque nunca lo conduje, tampoco viaje en el.
Era negro, brillante y descapotable, los asientos corridos como grandes sofás, de cuero rojo, así que íbamos tres o cuatro delante.
Dos grandes puertas que permitían entrar sin doblarse y una radio Motorola que sonaba como la Filarmónica de Berlín.
Los botones para las ventanillas eran plateados y frente al gran volante de color marfil, había un hermoso cuentakilómetros apaisado con los números blancos de las millas a las que aquello, volaba.
Los parachoques eran lo mejor, cromados y con grandes pinchos que pareciera un carro de combate de los egipcios, se llamaban defensas y vaya que si lo eran.
Un día chocamos en los bulevares con un taxi y le hizo dos agujeros limpios en la chapa, el Lincoln ni un rayajo, el taxista recuerdo, murmuraba "que buenas defensas", mientras tomaba los datos del seguro.
Aquellos coches americanos tenían motores de ocho y hasta doce cilindros, con hasta siete litros de cilindrada, así que ni hacían ruido al andar que iban a muy pocas revoluciones.
Gasolina, a chorros gastaba, pero daba igual que era muy barata, antes de que el Estado nos expoliara también por este concepto.
Yo veo que ahora todos los coches son iguales, ya no se gira la cabeza para ver pasar uno de aquellos haygas, silencioso, como un navío en la carretera.
Además menos en Alemania, ya correr es un delito, así que todos vamos como en rebaño, a un poquito menos de lo prohibido, en cochecillos vulgares y eficientes, a la moda de lo japonés o peor de lo coreano.
No sé para qué alguien compra ahora un bólido caro y feo, para ir a esos estúpidos 120km/h, con esa amenaza estatal de cárcel y pagando tanto IVA y tantas multas.
Ya no hay haygas, tampoco paletos que se refinaron mucho o....eso creen ellos, el caso es que como aquel Lincoln Capri del 54 ya no se ve nada, ni parecido, lastima de coches que mas parecen latas de conserva.
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