Ahora todo son improperios y patadas para apartar la cabeza de Gadafi, a punto ya de rodar por los suelos desérticos de Libia.
La humanidad no cambia y quien dijo hace generaciones “del árbol caído todos hacen leña” acertó y sigue acertando.
Que espectáculo mas lamentable, callados y mirando a otro lado, todos los líderes europeos han cenado con el y le han tirado de la levita, propio de la época, en que no hay principios sino conveniencias, la tajada es lo que importa.
Supongo que en unos días se bajará el telón de esta guerra en utilitario con metralletas por la ventanilla, la guerra en la carretera que ya la película de “Mad Max” anticipó.
La civilización ha retrocedido en esas costas legendarias desde las guerras púnicas, costas donde Rommel se enfrentó a Montgomery con tropas disciplinadas y armadas correctamente.
Ejércitos formados por unidades uniformadas y jerarquizadas, con intendencia y sanidad, enfrentamiento civilizado si se puede llamar así.
Nadie disparaba al aire como ahora hacen las hordas y las reglas del arte militar se cumplían con escrúpulo.
Esta es guerra, de forajidos montados en Toyotas que se apresuran cada mañana por las carreteras, a modo de operación salida de la DGT, pero sin código de la circulación ni carnet por puntos, la muerte es la sanción.
Son ya seis los meses de caos, en los que el armamento mas sofisticado de la OTAN ha hecho de paraguas a los rebeldes, quienes a pesar de sus anárquicos métodos han acabado por entrar en Trípoli.
Mientras en las playas del mismo mar y a no mucha distancia los europeos se bañan indiferentes ante un conflicto que no entienden, algunos mas pudientes se cruzan en sus veleros con pateras llenas de desgraciados que escapan a Lampedusa o Pantelleria.
Los poderosos que compartieron mantel con el tirano, guardan silencio avergonzados mientras planean nuevas veladas con otros sátrapas que puedan darles unas migajas, poca dignidad y menos vergüenza.
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