Crecí con la visión de esos carteles, negro sobre fondo amarillo de un “huaso” a lomos de su caballo, abonad con NITRATO DE CHILE.
Azulejos esmaltados sobre las fachadas humildes de los pueblos de Castilla, siempre a la entrada en un avance del marketing moderno.
Yo no supe entonces que era un abono natural procedente de depósitos de salitre, que se explotaron en la región de Atacama, durante cerca de cien años hasta su abandono por la aparición de los abonos químicos.
Tampoco sabía que todo ese desierto terrible y bello, perteneció a Bolivia y a Peru hasta que Chile se lo arrebató en la llamada “guerra del Pacifico” en 1.880, todavía hoy las relaciones entre vecinos son tensas, fueron dos mil kilómetros de costa el botín, con no solo el nitrato, pues es una de las zonas pesqueras mas fértiles del mundo gracias a la corriente de Humboldt.
Mas tarde apareció el cobre, con la mina de Chuquicamata, la mas grande del mundo a cielo abierto, “tremendo hoyo” escuché susurrar a un colega chileno extasiado ante su contemplación.
Por esos extraños azares de la vida recorrí ese territorio de norte a sur, hace ya años, despacio e inmerso en su irrealidad, nunca llueve y todo es ocre, excepto las cumbres de los volcanes, siempre nevadas y el azul intenso del Pacífico, es una tira al pie de los Andes sin vida alguna, un anticipo de marte en la tierra.
En esta región se extrajo ademas el guano depositado durante miles de años por las aves marinas, con mano de obra china esclavizada, solo hace un siglo de esto.
Mi único baño en el Pacifico, fue entre momias de algunos de estos chinos semienterradas en la arena, junto a los restos de una gigantesca manta raya en un sitio denominado Pabellón de Pica, un peñasco varado en la costa con una cueva siniestra, fue un baño tétrico rodeado de pelicanos y lobos marinos zambulléndose en el agua helada.
Ya no veo el anuncio del nitrato, no los hay por estas tierras, solo que hoy al verlo en una antigua foto, he pensado que las imágenes mágicas de la infancia se transforman con el conocimiento de su realidad.
Los niños no saben de guerras, esclavitud y explotación económica, los niños creen en los reyes magos y en mi caso el anuncio amarillo y negro del abono era sinónimo de viaje, verano y libertad.
Incluso ahora me produce alegría con algo de nostalgia el recuerdo y prefiero olvidar la historia que luego de adulto aprendí.
Bonito relato, y curiosos datos algunos no los conocía.
ResponderEliminarEl cartel no ha muerto, personas como yo lo resucitamos, me dedico a comercializar réplicas pintadas a mano del cartel. A pequeña escala, pero para personas de hondo calado rural, como yo. Saludos
artemaderaolivo.com