septiembre 03, 2011

Competir limpiamente.

De niños competíamos, constantemente y en todo, la vida es un juego en el que se aprende a conocerse y a probarse frente a los otros, de forma decente y sin ventajas.
Que infancia corriendo mas que todos, saltando en la playa, nadando como delfines en las olas  y en mi caso en el equipo de atletismo del colegio, como velocista, los infantiles corríamos 80m lisos, así se llamaba.
La mayoría de nosotros acabamos por jugar a apretar los botones del mando a distancia y quizá los mas osados, al tute.
El deporte es fundamental, como educación y como formación de nuestra personalidad, no se quien dijo “mens sana in corpore sano” y tenia tanta verdad.
Ganar y perder son conceptos con los que hemos de convivir y el deporte enseña a aceptarlos como algo circunstancial y pasajero, hoy pierdo, mañana gano, se aprende también a apreciar al rival, a unirse a el como parte del juego.
Los británicos inventaron la mayoría de los juegos incluyendo el “fair play” como parte imprescindible de la acción.
Ahora vemos a diario trampas y simulaciones en los juegos, especialmente en el fútbol, lleno de macarras peinados pelopincho, que no conocen el “sport” ni por el forro aunque ganan fortunas que gastan en  coches y mujeres.
Viendo los campeonatos del mundo de atletismo en Korea, reconozco otra vez la pureza de la competición, correr saltar, lanzar, no hay juegos solo superioridad técnica y física y los abrazos entre los competidores, lo importante es participar.
Cuanta falta hace en el siniestro mundo de la política, en el cutre de la economía, en el excelso del arte, recordar otra vez la infancia y la limpieza, competir divirtiéndose, admirar al rival y compartir con el la victoria y la derrota.
A  la postre competimos contra nosotros mismos, la idea de la superación es atractiva, saber que somos mejores hoy que ayer gracias al esfuerzo y a la reflexión, que el mundo físico esta imbricado del sicológico y el espiritual.
Cuando los músculos están ya al limite el cerebro y la voluntad son los que mueven las piernas o los brazos y se produce el milagro de la superación de uno mismo, el deporte en su mas limpia esencia.
Ojalá mañana nos levantemos dispuestos a vencer al día que nos viene, con sus desazones y sus competidores tramposos, que mas da, solo importa el mejorar nuestra marca personal y compartirla con los otros de la prueba de fondo en la que todos participamos. 

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