Pues el vino debe ser en occidente la bebida mas antigua, tras el agua claro está.
El vino debió ser consecuencia de la fermentación accidental de unas uvas olvidadas por un “cromañón”, que muerto de hambre y sed se tomo aquel liquido repulsivo y descompuesto.......gran descubrimiento, aquello estaba rico y producía algo de euforia y mas de relajación.
Ya el patriarca Noé, tras el diluvio y tanto estrés de animalillos en la barca, se agarró gran tajada, hasta el punto de que estaba desnudo y su vástago Cam se mofó de el, impropia actitud de un hijo para con su abrumado padre.
El vino en España es como el sol, diario y consustancial, hay viñedos abundantes y al personal le gusta charlar y arreglar el mundo.
Con un chato las ideas fluyen aunque la lengua se traba, así que lo adoptamos como parte de nuestras vidas y costumbres, vino caliente para los malestares, vino en las comidas para la digestión, vino para brindar por cualquier alegría, vino en las cenas para el dialogo y la nostalgia y.....el sueño.
Recuerdo en los ochentas que los albañiles empezaron a tomar vermouth, mas tarde ginebra y whisky, bebidas de alta graduación y ajenas a nuestra cultura de uvas doradas cuidadosamente, por el ástro rey.
En mi caso y como consecuencia de una infantil melopea, con chacolí que no es propiamente vino, sino química, tomé aversión al alcohol por muchos años, librándome de una juventud inundada de noches etílicas, cosa hoy desgraciadamente extendida en los botellones callejeros.
Al cabo de los años y en la “mili”, semillero de vicios, me afirmó un oficial chusquero que la gente que bebía vino era buena, sentencia que tuvo gran influencia en mi vida.
En los ochenta, cuando los demás pedían un daikiri, un cubalibre o un sanfrancisco, yo tomaba una copa de tinto, mas tarde supe que era cosa sofisticada y de gran elegancia, era lo que pedían los guays en Nueva York.
El vino ahora es bebida prestigiosa y culta, hablo solo del tinto, el blanco es solo para centroeuropeos y anglicanos, gente bárbara, para colmo lo toman con hielo, herejes todos ellos.
Es una pena que las nuevas generaciones se enajenen con pastillas, drogas duras o alcoholes imprudentes, todos necesitamos evadirnos y desvanecer nuestras inhibiciones, pero hagámoslo a la manera mediterránea, con una copa redonda y cálida de un vino bermejo y transparente, al cabo es nuestra cultura.
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