noviembre 07, 2011

La Europa de los camiones.

Pues Europa se cruza ahora de punta a punta en un par de días, la red de autopistas, que haría palidecer de envidia a los romanos, con sus birriosas calzadas, es impresionante y hace que los paisajes cambien tras el parabrisas a gran velocidad.
Ya las naciones no existen y se atraviesan las antiguas fronteras, ahora unas casamatas vacías, sin apenas enterarse, un cartelito azul con estrellitas amarillas donde pone “Luxembourg, France, Belgique”, solo en Suiza un par de policías desganados te miran de través sin tan siquiera parar el coche.
El paisaje ahora en otoño esta muy logrado, ocres de hojas muertas y prados y colinas muy verdes, en Europa llueve mucho y los bosquecillos son incontables, pero es mas completo el paisaje aquí en la península, tiene mas dramatismo a mi parecer.
Me llama la atención el trafico de camiones, grandes y nuevos, de colores y con llamativos letreros, a veces filas de cincuenta o más como un gran ferrocarril de vagones autónomos.
Las ciudades se adivinan por los carteles azules con letras blancas, Estrasburgo, Lyon, Orange.......todas las circunvalaciones son iguales, coches anónimos de gente que va a sus pequeños intereses, de barrio a barrio, los galpones de Ikea, Media Mark o Leroy Merlin, a lo lejos las torres de alguna catedral que indican la situación de lo que fue un burgo antiguo, mas tarde el campo otra vez y....los camiones que llevan en sus lomos lo que compraremos mañana, coches, zapatos, maquillajes, manzanas....la Europa de los camiones.
No he dejado de rumiar la frase en estos días, se escuchó la Europa de los mercaderes, de los pueblos, de las regiones, tonterías.
La Europa que he presenciado es la de los camiones.
Hubo un tiempo de diligencias en que viajaban los poemas de Schiller o las partituras de Liszt, se accedía a las pequeñas ciudades todas con su sello y cada mercado ofrecía los productos de la tierra, así lo supongo yo.
Ahora, lo acabo de presenciar, es un continente de mercachifles que intercambian sus cosillas y un sueco hace zumo con naranjas valencianas mientras un español compra un teléfono Nokia y un alemán se guisa una merluza del golfo de Vizcaya en realidad pescada en el “banco sahariano”
Total un lío que gracias a los camiones, parece que funciona, por ahora.

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