Ayer compré unos décimos, acabados en ocho, como siempre, es parte de la tradición, que eso es la Lotería de Navidad, de lo poco que sobrevive a este vendaval de cambio que ha demudado el rostro de esta tierra antigua y agreste.
Todo lo relacionado con este evento, es castizo y autóctono, empezando por el nombre “Nacional”, ahora todo es “estatal” o peor todavía esa irritante frase de “Gobierno de España”.
El “Colegio de San Ildefonso”, de donde provienen los niños que cantan el antiguo soniquete, el “gordo”, el “bombo” la “pedrea” y así todo el ritual que se celebra cada diciembre como preludio de la Navidad.
El “Colegio de San Ildefonso”, de donde provienen los niños que cantan el antiguo soniquete, el “gordo”, el “bombo” la “pedrea” y así todo el ritual que se celebra cada diciembre como preludio de la Navidad.
Cuando toca en pequeñas participaciones en algún bar o comercio popular, se escucha que está muy repartido y se considera bueno, muy al contrario a mi me gusta cuando a unos pocos les toca mucho, de eso se trata, jugar tres euros para que te toquen quinientos es decepcionante, flor de un día.
Siempre escuché historias de lo desgraciados que se volvían los que conseguían una fortuna, peleados con los parientes y preocupados por no perder su flamante capital, creo que son leyendas urbanas.
Dicen que de ilusión también se vive, creo que es en esencia de lo que vivimos y de aquí al sorteo, el personal, siente que su vida puede hacer una pirueta económica, que les llevará a la felicidad.
Desde el reinado de Carlos III el 30% de lo recaudado va al Tesoro Publico, único impuesto inteligente y que este pueblo, algo ludópata, paga con agrado.
El gobierno del desdichado ZP ha estado a punto de privatizar el negociete, que tropelía, pero en el desplome final no les dió tiempo a hacer el amaño y seguirá siendo la Lotería Nacional, el bombo no pasara a llamarse la esfera de la fortuna y los niños cantores no vendrán de la asociación de hijos de vientres de alquiler, espero que por muchos años perdure esta costumbre que marca el principio de este tiempo de esperanza y alegría para tantos españoles.
Una vez más acabado el sorteo, se escuchará a los no agraciados decir que lo importante es la salud, o que es mejor tener trabajo, pero todos hicieron cábalas sobre como invertir los dineros que acariciaron a través de esos pequeños boletos con un numero negro junto a la estampa de un pasaje bíblico.
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