Un nacimiento grande con fondo de papel azul y estrellitas, musgo de la Plaza Mayor y rocas de corcho sobre las que nieva harina, un río de papel de plata, con un puente y todos los personajes que deambulan por Belén, los Reyes Magos en camello por el caminito de serrín, el pastor haciendo gachas y el Angel, las ovejas y los pavos.
Bajo el dintel de la cueva, una bombilla oculta y El Misterio que así se le llamaba. Arriba opresor, el castillo de Herodes, de cartón, como todos los opresores.
Bajo el dintel de la cueva, una bombilla oculta y El Misterio que así se le llamaba. Arriba opresor, el castillo de Herodes, de cartón, como todos los opresores.
Mi padre como buen arquitecto, hacia una escenografía que fascinaba a todos mis primos, pequeños como yo entonces, hijos de abogados o del ramo de seguros o jueces, o militares..... con un nacimiento peor dispuesto en sus casas, pienso yo ahora.
La cena muy formal, casi solemne, mis hermanas con sus trajecitos y bien peinadas, la mesa con bolas de cristal rojas que se rompen con mirarlas, ramos de acebo y velas encendidas, también rojas, la cena de Nochebuena.
Santa Claus no existía entonces, al menos yo no lo conocía.
Santa Claus no existía entonces, al menos yo no lo conocía.
Lo mejor el “capón” que hacia Pepona, con patatas fritas grandes y doradas, los cubiertos y copas que nunca se usaban y vajilla de porcelana con un filo dorado en el borde, mas tarde turrones, mazapán y peladillas, algún polvorón.
Para mi padre una copa pequeña con un largo fuste, de Anís del Mono, con aquel feo animal con cara de hombre en la botella.
Para mi padre una copa pequeña con un largo fuste, de Anís del Mono, con aquel feo animal con cara de hombre en la botella.
Tarde ya y apretados en el coche, abrigos y bufandas, camino de la calle Caballero de Gracia, colegio Sagrado Corazón en un Madrid desierto y frío, sin luces ni sonidos.
Las monjas severas y misteriosas con sus inmaculadas tocas y el calor de la capilla para la Misa del Gallo, saludos y sonrisas, niño estate quieto..............
Floreros de alabastro con calas blancas y luces tenues, retablo dorado, cosas que mirar para distraer el tedio de los latines, luego el coro a “capellla” de las niñas, arriba, invisible........
Caído se le ha un Clavel
Hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso que está el heno,
Porque ha caído sobre él!
Hoy a la Aurora del seno:
¡Qué glorioso que está el heno,
Porque ha caído sobre él!
Muchas veces he pensado en la ñoñería de esta letra hasta que supe que es de Góngora, ahora, me parece lírica y apropiada para la fecha, tan leves somos.
A la salida la calle de Alcalá todavía si cabe mas irreal, blanqueada por la nieve caída durante la ceremonia, como el Clavel.
Son recuerdos de una Nochebuena ya antigua, sin regalos ni anuncios, familiar y religiosa, de un significado casi olvidado ahora, sepultada por tanto bullicio y actualidad.
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