febrero 17, 2012

Bibiana Aido y los buitres.


Andan con frecuencia por aquí encima, mirando todo despacio desde lo alto, oscilando entre entre Tarifa y Casares.
En la sierra Crestillina dicen, es donde tienen las buitreras, que es su ciudad dormitorio, al igual que nosotros volvemos a nuestras casas después de fisgar por ahí para ver si rellenamos la faltriquera.
A veces como nosotros, se van lejos y no vuelven, recuerdo de uno encontrado en Tanzania, había sido anillado aquí en Cádiz.
Tienen un vuelo majestuoso, con un perfil de ala bien dibujado, con sus plumas remeras muy visibles en las puntas, mas que volar se diría que se deslizan en el fluido del aire y suben y bajan con las térmicas de forma mágica.
Al contrario que en la especie de los humanos, el buitre “negro” es muy reputado, por su escasez, ademas de por su tamaño, se habla de tres metros de punta a punta, casi como un cóndor, casi como un avión.

Es ave gregaria, van en pandilla silenciosamente y si alguno ve una carroña, por el lenguaje corporal todos lo conocen y se congregan para el festín necrófilo, que así son estas criaturas, de comer solo muertos, esto es algo chungo pero la verdad es que no hacen mal a nadie, sino gran beneficio.
Ahora se ven muchos, ya nadie los mata como antaño. 
Les ponían una res muerta entre un cercado de piedras y tras llenase la andorga, no podían despegar al necesitar mas carrera, así que los mataban a palos, sin razón alguna, que la carne de buitre debe ser mala y gafe al provenir también de los cadáveres.
Pienso que los que tal hacían eran “hombres buitres” ya que en el lenguaje común es peyorativo, ese es un buitre se dice, de alguien que esta a la que salta y no se compadece de nada.
Gran injusticia que desde aquí denuncio como arbitraria.
El “gips fulvus” que así se llama en latín, es ave fea en tierra y elegante en el aire, no hace mal a nadie y actúa de basurero gratuito.
Seguro que entre ellos se insultan diciendo “ese es un hombre” que en nuestra especie si se hacen marranadas y atrocidades de forma gratuita.
Recuerdo ahora un instante, en el que al salir de una curva a lomos de mi BMW, me encontré con uno levantando el vuelo, gran susto que me agazapó tras el carenado mientras pasaba sobre mi casco a un par de metros.
Para concluir diré que me encanta verlos, muchas veces en estos años he detenido mi quehacer para contemplarlos pasar, siluetas oscuras en el azul del cielo.
Solo una ultima reflexión, bien singular, no hay denominación para las hembras de esta especie, recordando a Bibiana Aido, ahora en Manhattan, diría los buitres y las buitras, por cierto ella es una gran buitra.

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