febrero 03, 2012

La ola de frío.


La metáfora esta muy bien y debe ser antigua, las olas avanzan inexorables y rellenan todos los intersticios, la ola es imparable e invasora, lo que ocurre es que su propia naturaleza la hace efímera y retrocede a su lugar de formación.
Hay olas como las que vimos en Japón en el tsunami, que son muy destructivas y penetran mucho en tierra, pero las olas grandes normales, van y vienen, está en su naturaleza.
Esta de frío, que dicen venir de Siberia, también llegó lejos, pero no rompe nada, si acaso alguna cañería que revienta por la helada, lo que si hace es liquidar seres humanos debilitados o desprotegidos, el frío nos enferma.
Pienso en Siberia, ellos están así todo el invierno, justo donde rompe la ola, nunca iré a Siberia, allí mandaba Stalin a millones de desgraciados contrarrevolucionarios a congelarse, como ahora hacen con los peces los “mercas”.
Llevamos varios años bajo la amenaza del calentamiento global, se pronostican toda clase de calamidades e incluso vi una imagen en el diario "El Mundo" de La Cibeles asediada por las dunas desérticas.
Los números de la ONU y su grupo de expertos, hablan de un incremento de dos grados en cien años, así pues en el 2112 en Berlin en un día como hoy  en lugar de a -13o estarán a -11o.
Este pensamiento me parece hilarante, tras años de pronósticos desastrosos y tanta tabarra que hasta expirar nos produce rubor, por emitir nuestros nocivos gases de efecto invernadero
Todo esto es estúpido y sin sentido, demuestra lo frívolo de nuestras opiniones, frente al poder de la naturaleza, también los intereses espúreos de los grupos de presión que montan farsas para recaudar dinero, muchísimo dinero, en impuestos que cargan las espaldas de los esquilmados ciudadanos por emitir un poquito de co2.

Vendrán mas olas, de calor de nieve, de violencia de lluvia de estupidez y como no de robos, estas ultimas de la mano del “panel intergubernamental para el cambio climático”.
Mientras será mejor, como la “diosa de la madre tierra Cibeles”, permanecer impasible y displicente ante el fragor de las olas que se avecinan. 

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