Es un fenómeno físico inexplicable, es como la gravedad, algo que es así y no hay mas vueltas que darle.
Electrones que se desplazan y son capaces de mover un molinillo de cafe o la locomotora del AVE, gracias a los sabios del siglo XIX que desentrañaron sus mañas y la domesticaron, para luego inventar toda clase de artilugios.
La electricidad de mi infancia era la luz en forma de bombillas transparentes e incandescentes, con su filamento de wolframio que al poco tiempo se rompe consumido, se fundió la bombilla.
En el salón lamparas de varias bombillas, las llamaban arañas, con sus brazos de cristal y sus colgaduras, a modo de diamantes engarzados con alambre descomponiendo la luz en colores como de arco iris casero.
Nos liberaban de las tinieblas en que vivieron nuestros ancestros, un cable trenzado de gutapercha colgando del techo, con un interruptor de llave de porcelana blanca, HAGASE LA LUZ!!!!! dice el Génesis, desconozco el porque de que la luz es singular y las tinieblas plural.
En el pueblo, el transformador es una torreta de mampostería de la que salen cables, que a veces zumban, en la puerta un cartelito con un hombre desdichado que se abate bajo un rayo tosco y quebrado, “peligro de muerte”, aunque un niño no sabe lo que es la muerte, los niños son inmortales.
La luz se va cuando hay tormenta y los relámpagos fulguran mas con las tenebrosas velas y sus sombras en las paredes.
Los niños descubren los calambres cuando meten los dedos en el enchufe, los niños son exploradores por naturaleza, la descarga es cosa desagradable y enervante, el niño que sobrevive no suele tocar mas el enchufe.
Con los años vino la maquinilla de afeitar, la nevera y la lavadora, todo se puede hacer con la electricidad, incluso acumularla en esas pilas de petaca con rabos de latón que alimentan las linternas cromadas de bombillas diminutas, ahora hay esas otras baterías en los aparatitos electrónicos, que nunca vemos, de litio, aunque tampoco sabemos que es el litio.
En este nuestro tiempo, la electricidad alimenta toda nuestra vida, los ordenadores y el Ipad, la cafetera y las lamparas de diodos, la radio del coche y los anuncios de las calles que centellean y se transforman en anuncios de otra cosa, la televisión por donde salen las noticias del “tarifazo eléctrico” y los semáforos que incansables son rojos, naranjas o verdes en una mala imitación del camaleón.
Aprendimos a cabalgar sobre una de las inexplicables leyes del universo, a moldearla y hacerla nuestra, de forma que estaríamos muy menguados sin ella, incluso el dinero desaparecería pues ya no se verían los numeritos en los monitores y nadie sabría lo que es suyo.
La electricidad tiene fama de limpia, aunque se produce de forma sucia en su mayor parte, carbon y petróleo sin refinar, ojalá algún día los molinos de viento y otros inventos nos proporcionen electricidad barata e ilimitada, de forma que no volvamos nunca mas a las tinieblas.
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