noviembre 23, 2012

La heladera asesina.


Ya no la recordaba, aunque en su día leí la noticia, pero claro leemos tantas atrocidades a diario que se tapan unas a otras y pasan al olvido.
Cualquiera de estos casos hubiera conmocionado a una aldea durante generaciones, la historia se hubiera transmitido en las noches de invierno ante el fuego del hogar con pánico e insomnio de los menores. 
Hoy apareció el veredicto dictado por una juez de Viena, ciudad musical y morada de Mozart Beethoven o Brahms, a donde fue a parar la "heladera asesina".
Así pues Estíbaliz Carranza que así se llama la condenada, pasará el resto de su vida en una mazmorra austriaca, purgando sus dos asesinatos sobre los pobres hombres enamorados, novio uno y marido el otro, en una suerte de violencia de genero invertida.

De crío tuve yo una amiga llamada Estíbaliz, de melena lisa, larguísima y negra, que luego junto a un tal Sergio devino en cantante, aunque esta amiga de la que no he vuelto a saber, nunca apareció en los titulares por desviación alguna.
Estíbaliz la heladera, debe ser mujer difícil de contentar, los hombres la decepcionan y sus carencias, la impulsan no a romper la relación, como hacen tantos, ella elimina a los enamorados y peor aun, los trocea y entierra en la heladería, que es un fin triste para un difunto, al añadir sobre el frío de la muerte el de los tarros de chocolate belga, caramelo o coco, todos ellos congelados e inertes.
La muerte es ya de por si desabrida, si añadimos el troceado y la sepultura bajo el suelo del comercio, compone un cuadro cruel y triste.
Cuantos niños vieneses habrán comprado uno de vainilla sobre los restos de los desgraciados amantes, “para mi uno al corte o..... en cucurucho de barquillo”, mientras la heladera cruel sonríe al rebañar los sobrantes del helado con las herramientas del oficio, igual que hiciera antes con sierras y cuchillos sobre los desdichados varones.
La juez cree que es hembra desequilibrada aunque sabia lo que hacia, de ahí la severidad de la condena, que la tendrá de por vida tras las rejas, sola y aislada que incluso los funcionarios de prisiones la miraran con prevención y no querrán ni cruzar palabra con ella en las galerías sórdidas del penal.
La heladera asesina será ya solo un titular antiguo, una mácula siniestra sobre la fama de las hembras hispanas, los austriacos no conocen esa canción que reza "la española cuando besa, es que besa de verdad".
Esta mujer nos dará una imagen tremenda y amenazante, de forma que los vieneses o de Salzburgo o Linz se lo pensarán mucho antes de requebrar a una de nuestra atribulada nación. 

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