febrero 02, 2014

Estelas.

Son trazos blancos, delgados, sobre el cielo azul puro, de estos días de invierno soleados.
A veces son dos estelas, a veces tres, cercanas, como si echaran carreras a ver quien cruza antes el océano.
En ocasiones se cruzan y produce inquietud, por si pudieran chocar.

Algunos días desaparecen pronto, cuando hay calma por ahí arriba, otras veces permanecen por horas a modo de lienzo de arte moderno, sin propósito ni significado.
Por la dirección se adivina hacia donde van, aquí la mayoría circulan de este a oeste, o a la inversa, muy altos, supongo que van y vienen de América.
Todo obedece a que los aviones van como por carriles, buscando los radiofaros, que ya volar no es ir por donde cada uno quiera, tampoco vivir, que también andamos por caminos trillados.
Pienso en el interior del cilindro de aluminio donde van los pasajeros, sentados en varias filas, dejando ese hilo blanco que se desvanece al poco.

Muchos van dormidos, algún niño llorando, unos van a ver a alguien lejano, parientes, o por negocios, otros van a divertirse y cambiar de aires, de vacaciones.
Hay algunos que huyen, de la justicia, otros de su pasado, muchos de su vida llena de despropósitos.
A veces cuando voy yo en el avión, pienso si alguien abajo ve mi estela y piensa en los que vamos en fila, apretados, deseando llegar a nuestro destino, con nuestra pequeña maleta.
Las azafatas maquilladas y sonrientes empujan los carros por el pasillo, no van a ninguna parte, su vida es dejar estelas blancas sin ningún propósito, mientras sirven bebidas en vasos de cartón.
Los pilotos, con corbata, tampoco van a sitio alguno, pero tratan de trajinarse a las azafatas, muchos acaban casándose con ellas, como manda la Santa Madre Iglesia.
Para un salvaje en lo mas profundo de la Amazonia debe ser sorprendente, nunca ha estado en un avión, aunque conoce de su existencia, le llenan el cielo de rayajos y mira indiferente el ir y venir de esos, con vidas tan diferentes.
Estamos ya habituados a que nunca en un día radiante, la bóveda celeste este limpia, como la pizarra del colegio temprano por la mañana, como si un niño travieso hiciera lineas arbitrarias antes de la llegada del Maestro.
Es algo nuevo, no mas de unos años, sin importancia para nadie, son las estelas. Me dio por pensar en ellas y escribir.

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