agosto 15, 2014

Peligros en verano.

Las vacaciones son cosa muy reciente, unos decenios solamente, que la humanidad ha dado el cayo desde la prehistoria, milenio tras milenio, doblando el espinazo.
Ahora todos tienen vacaciones por aquí, los niños y los mayores, los ancianos tienen asueto permanente aunque también se mueven en agosto, como los rentistas.
Nunca lo he entendido, pero se ve que somos gregarios, como los rebaños, rentistas y jubilados se mueven con el resto de la manada humana, a las playas y los valles, todos volverán de nuevo y casi el mismo día, a la ciudad.

El Estado inventa la operación salida y la operación retorno, todos miran la pantalla para ver cuantos kilómetros de cola van a sufrir, no me dan ninguna pena.
Los que trabajan es natural que salgan de estampida, también por los niños, son los que mas disfrutan, que el colegio es tedioso y monótono, el invierno largo y frío.
En vacaciones hay muchos que se visten de forma extraña, poco habitual para ellos, el cuerpo bastante destapado, resultando poco armoniosa su contemplación, en vez de zapatos, chanclas, con las consecuentes heridas en los pies, que solo los bosquimanos y los kikuyus
tiene las extremidades fortalecidas para andar así, desprotegidos.
En verano se mueve mucho la gente, 


“todo desplazamiento implica riesgo”.
En verano, con la charla y la bonanza climática se bebe mas de la cuenta, especialmente los adolescentes, aunque también se embriagan en enero, que esto es ya como un rito.
Yo veo que algunos de estos jóvenes saltan por los balcones y se caen y se dejan la crisma, hay otros que por hacerse una foto tonta, caen por el barranco o desde la galería, como hoy rezaba la prensa.

Existen cantidad de aparatos modernos que provocan lesiones e incluso el fatal desenlace, toda clase de motos de tierra y agua, artilugios para cabalgar olas, con o sin cometa, veloces lanchas cuyas hélices cortan algún apacible nadador, bicicletas que son golpeadas por coches y camiones..... finalmente los ahogados, que no es el agua nuestro elemento y hay muchos que naufragan en playas y piscinas.
El hombre es alocado y algo torpe y con tanta actividad, suceden toda clase de torceduras, fracturas de huesos y desgarros, que ponen fin a las vacaciones de los infortunados.
Mis abuelos, ya de mayores, iban a Villasana de Mena, donde vestidos de forma correcta y con calcetines, jugaban alguna partida de tresillo, después de una prolongada siesta.
Al caer el sol, fuente de desgracias dermatológicas, paseaban con la boina puesta hacia la alameda, para abrir el apetito y cenar con moderación.
No les importaba aburrirse, tampoco el deporte, causa de tantas desgracias y dolores diversos.
Recuerdo esas imágenes de los mayores vestidos, bajo la sombrilla, charlado pausadamente, mientras los niños juegan al balón y piden permiso para bañarse.

Como esto de los veranos siga esta progresión, vaticino que diezmará la población de Europa, como antes lo hicieran las plagas o las hambrunas.

Ojalá que por nuestro bien, recobremos pronto las moderadas costumbres de nuestros mayores.

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