febrero 02, 2015

La papilla universal.

Lo tengo oído desde muy joven, un utópico del siglo XIX proponía que la nación, suministrara a los ciudadanos mas menesterosos una “papilla universal” para evitar la hambruna, que azota a la humanidad desde las tinieblas de los tiempos, todavía hoy en algún continente.
Ignoro el nombre de este caritativo sujeto, que se compadecía de los desheredados de su siglo, multitud aquí en nuestra Europa por entonces.

Pues bien, buscando al visionario en Google (no lo encontré), descubro a un diputado del PSOE en las elecciones de febrero de 1936,  llamado D. José de Acuña, que propuso algo similar en forma de alimento y vestido.
Enunciaba el socialista: "Todo hombre debería tener derecho a ser vestido y alimentado por el Estado".
Se establecían puntos de distribución, a modo de gasolineras, sirviéndose la “papilla democrática”, según el cambio de nomenclatura de D.José, en que su ideología transforma universal por democrática.
Ignoro como era la prenda para cubrir la desnudez de los votantes, supongo que un mono al estilo maoísta.
El Diputado de izquierda Acuña, profundizó en su idea alimentaria, hablando de unas gachas que contuvieran los ingredientes necesarios para garantizar la supervivencia, sin buen sabor, pero tampoco malo, de forma que el que quisiera alimentarse mejor, tendría que trabajar, pudiendo incluso llegarse a las angulas, para los mas esforzados.
Acuña no hubiera soñado con el Estado del bienestar del que se benefician ahora los europeos, con multitud de servicios gratuitos o subvencionados.

No quiero meterme en asuntos escabrosos, que no están los tiempos para bromas, pero el Estado proporciona museos, orquestas, teatros de opera, televisiones películas....hasta formula uno y torneos de golf, con lo que los de la papilla se distraen entre toma y toma.
Los sueños del utópico nunca alcanzaron a las vacunas, que no existían, a la mas intrépida cirugía, conquistada con esfuerzo por la ciencia, incluso al cambio de sexo gratuito, ante lo que el decimonónico idealista hubiera renegado del progreso, que seguro era hombre de orden.
En estos últimos años el precio de las sucesivas papillas aumenta, en forma de monstruo que nos devora a todos, mientras los ciudadanos se mosquean pues sus exigencias aumentan mientras los regidores de la economía, tratan de contener el gasto, en una suerte de pescadilla que se muerde la cola.
Mientras en Asia India y China, no hay hoy ni gachas, se fabrica con salarios de tres dólares al día, sin vacaciones ni jubilación y sin cambio de sexo gratuito, fabrican así bienes que consumimos, los que apenas producimos nada. A diario irritados todos pues la piscina municipal no esta caliente, hay que pagar un euro por las pastillas, el niño no tiene beca para ir de Erasmus a Estocolmo, así tantas cosas que me inducen a pensar que el problema, es irresoluble.
La quiebra de las naciones será, el fin de la partida con las cartas esparcidas y todo empeñado, sin dinero ni para el autobús que nos aleje de la hecatombe.
Solo una esperanza, la ciencia y el rigor, la austeridad y la cuidadosa administración, esperanza vana ante el panorama  de latrocinio y despilfarro que se vislumbra desde esta orilla del Mediterráneo.

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