Este verano viene resultando algo nostálgico, es solo un paréntesis entre las malas noticias de la primavera y las que serán peores del otoño.
Hay ya demasiados seres por aquí de mal humor, otros francamente exasperados y algunos millones ya, sin esperanza, abúlicos y mirando las nubes, al maná de los cielos que tampoco cae desde los hebreos.
Mientras, al igual que el año pasado la sombra de Cain deambula por el Mediterráneo, esta vez en Siria.
Hace no mucho planeaba yo con unos amigos la suerte de viajar allá por unos días, ver Palmira y esos templos clásicos semiderruidos, con sus ordenes corintios o jónicos de piedras doradas sobre el azul del entonces “mare nostrum” del Imperio.
Siria es junto a Líbano y Palestina el origen de nuestra cultura, ademas de nuestras creencias, así lo siento yo, la gente es como la de por aquí, su mirada su sonrisa y su complexión, sangres mezcladas en un ir y venir en los barcos de velas blancas.
Cambiando cosas e ideas, bebiendo el mismo vino y cocinando con el mismo aceite, iguales filósofos y matemáticos, cuando todos hablaban latín ademas de su lengua madre, por los puertos amables y abrigados.
Cambiando cosas e ideas, bebiendo el mismo vino y cocinando con el mismo aceite, iguales filósofos y matemáticos, cuando todos hablaban latín ademas de su lengua madre, por los puertos amables y abrigados.
En Al-Andalus los llamaban los “siriacos” cuando el califato de Cordoba, ahora son los sirios y se matan de forma inmisericorde desde hace meses.
Nombres bíblicos como Alepo o Damasco por donde cayera San Pablo del caballo, son ahora titulares de prensa junto al numero de seres que pasan a mejor vida, entre ellos niños y mujeres que las guerras civiles son de mucha saña.
Son ya miles de años en los que en riguroso turno, nos matamos entorno a este charco azul y salado, las cruzadas, los piratas, Aníbal y Escipión, los turcos, Napoleon y luego Rommel, que también a los alemanes les gusta mas la guerra al sol................. Como cantaba Serrat, “de Algeciras a Estambul el llanto eterno y amargo”.
Parece que no hay remedio y la “ruleta de la parca” seguirá dando sus vueltas mientras la bolita se para, antes en Libia o en Egipto, ahora en Siria, mañana en otro de estos pueblos antiguos que todavía no aprendieron a vivir en paz, junto este paraíso de luz de sabores cálidos y olor de azahar.
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