mayo 08, 2014

Cosas de mayores.

La cita en la alameda de Calbetón, frente al hotel, después de comer que para los niños no existe la hora, además ninguno tenemos reloj, a no ser el regalo de la primera comunión algunos, guardado en una cajita.
Van llegando niños, primos muchos de ellos, otros de Bilbao, todos con el jersey anudado a la cintura, no sea que venga el noroeste o la galerna, que se vivía sin saber lo que ocurriría con el meteoro.

Se sale despacio por la carretera, cruzando frente a la estación, el puente y el paso a nivel con sus barreras rojas y blancas alzadas, mañana podemos ir a Motrico....... 
Mas tarde las huertas junto a la ría, con mazorcas de melena tostada, berzas, tomates, vainas, guisantes, que todo lo toqueteamos ante la amenaza del huertano que nos grita e insulta, resonando las blasfemias entre el valle, que el gebo suele ser mal hablado.
Todo se acopla a los meandros de la ría, el tren la carretera y las huertas, que el monte no deja sitio para mas.
Al cabo de unos kilómetros, de conversaciones que no recuerdo, unas piedras arrojadas lejos, unos insectos martirizados, bajamos por un sendero junto al campo de fútbol, bajando mas, la orilla de la ría, fangosa en marea baja.

Si el barquero esta en la otra orilla unas voces le aperciben de nuestra presencia, con su chalana embreada, erguido sobre la popa, rema con un movimiento de muñeca que hace avanzar la embarcación pausadamente hasta la otra orilla.
Un gracioso canta:

Al pasar la barca me dijo el barquero, 
las niñas bonitas no pagan dinero.

Una perra gorda por niño y saltamos a tierra, cerca, mas arriba, el “caserío de Lasao”, nuestro objetivo fijado a la mañana en la playa, a votos que ya éramos niños demócratas.
Tras mangar unas manzanas verdes y ácidas en una campa cercana, algún juego como el pañuelo, el bote bote, o un fuego que se apaga haciendo pis, hora de merendar.
En el caserío hacen unos bocadillos de patatas fritas gordas, doradas, asoman por entre la miga dividida, que no somos gourmets pero el hambre de los niños lo convierte en manjar de dioses.

Pero hay!!! las botellas de sidra, varias, cosas de los mayores, alguna de gaseosa La Casera con su tapón mágico, para los pequeños.

La sidra amarga y tibia hace efecto y algún niño se embriaga, con cara de lelo camina con pasos inciertos, cae en la hierba de bruces, produciendo un efecto deplorable.
Mas tarde los pitillos, algunos bisontes y unos celtas, comprados furtivamente a la "Pirriqui" que los vende sueltos en el taller de bicicletas.
La tarde acaba mal entre los mareados por el alcohol y los atontados por el humo, que mas de uno se traga con toses compulsivas.
Ya anunciado el crepúsculo, otra vez el barquero y camino de vuelta al pueblo, con la tropa ya recompuesta de los excesos.
Los jerseys ya puestos, la inocencia un poco mas perdida, que ya hacemos cosas de mayores.
Con el paso de los años, no se mucho de ellos, varios han muerto, pero supongo que ya ninguno, hacemos cosas de niños.



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