mayo 19, 2014

Los REOS del Capitán Montenegro.

Ahora ya no hay servicio militar, que los americanos nos defienden y aquí nos quedamos con un pequeño ejercito profesional, que sumado a los de todos los países de la UE, hacen un apaño, aunque los portaaviones los tiene Obama, vamos como el primo de Zumosol.
Yo no digo que sea bueno o malo, el tiempo lo dirá, además parece que en Europa ya no habrá mas guerras, afortunadamente, que ya nos zurramos durante siglos y ahora con las Erasmus, seria absurdo, que todos somos hermanos y de las mismas teorías y formas de vivir.
Yo si serví en mi tiempo, tras la instrucción, como alférez de ingenieros, en el regimiento de instrucción de Cáceres.

Cáceres por aquella época era ciudad recoleta y pequeña de costumbres ordenadas, tanto que el obispo ordenaba la separación en las piscinas de machos y hembras, por aquello de las tentaciones, además la piscina era del obispado así que..............el que el que paga manda.
Muchas cosas eran así, extrañas y arcaicas aunque todo entonaba en aquel singular barrio antiguo, con su Gobierno Militar en la Torre de la Cigüeñas, la casa de los Obando, la Iglesia de los Jesuitas, tantas trazas de una historia ya olvidada, a no ser por aquellas huellas rotundas de piedra ocre, incluida su muralla abierta solo por el Arco de la Estrella, que daba entrada a la ciudad moderna del siglo XIX, que tampoco era Manhattan.
Nunca he sido disciplinado, ni me gusta la jerarquía, por lo que hubiera sido mejor guerrillero que miembro de la milicia, pero hubo que adaptarse y me camuflé de alférez discreto y sonriente.
Había muchas cosas absurdas, heredadas por generaciones de oficiales rutinarios y provincianos, mas pendientes del trienio y la botella de vino que de la táctica y la estrategia, no obstante, como todo lo vivido, las recuerdo con cariño e indulgencia, que tampoco soy yo Bonaparte para criticar al Instituto Armado, tan glorioso y venerado por todo español de bien.
Todo lo anterior es para relatar algo que me viene al magín esta noche, se trata del Capitán Montenegro y sus REOS.
Para los no iniciados, aclaro que los REOS son unos camiones americanos de gran motor y aspecto de guerra mundial, heredados por España como parte de los acuerdos de ayuda militar americana, a cambio de Torrejón y Rota y algunas otras cosas.
Los camiones eran ya viejos en mi época, de segunda guerra se diría, que muchos pudieron rodar en Corea o en Vietnam.
Montenegro era el capitán de la compañía de transportes, con cerca de quince camiones, aparcados siempre en el patio del Cuartel de la Infanta Isabel.

En las tediosas noches de guardia, los centinelas se relevaban de forma sistemática, cada dos horas, dando las novedades en el cuerpo de guardia.
Sin novedad mi alférez!!! y se iban a la litera hasta el próximo plantón.
Entre ellos, el de la lata con agua, situada en el centro del patio.
Sabido es de la crudeza de las noches invernales en la piel de toro, por lo que  como precaución, en caso de helada, un centinela observaba la lata y caso de congelación, daba el parte y el oficial al cargo, ordenaba el encendido de los motores de todos los camiones, para evitar la rotura de algún manguito, peor aun la fisura de un bloque motor, que Extremadura es como dice su nombre tierra de extremos.

Lo recuerdo con una sonrisa, pobres soldados noche tras noche mirando la lata, mientras el capitán Montenegro dormía la mona, que yo lo veía empinar el codo en el bar de oficiales en aquellas noches de enero, ya lejanas y repentinamente hoy, recordadas.

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