enero 06, 2015

Creer en los Reyes Magos.

Nunca nos pondríamos de acuerdo, mito o realidad, historia o leyenda, el caso es que toda mi vida han existido, con los sucesos derivados de su presencia cada noche del cinco de enero.
En los nacimientos antiguos, cabalgando sobre camellos y un caballo, que era costumbre a principio de año, irlos empujando un poco cada tarde, por el camino de serrín que cruza el río de papel de plata, hacia el portal sobre el que cuelga una estrella de purpurina.
La noche de reyes de nervios y ansiedad y la mañana del seis de gran excitación de ver regalos deslumbrantes, que no éramos niños consumistas y un tren de cuerda, de hoja de lata nos parecía el máximo de la felicidad.
Eran los “magos de oriente”, por la situación de la ciudad de Belén, podrían venir de Irak o de Siria, el caso es que hay uno negro, negrito se decía antes, lo que cuadraba con el carácter mágico del trío.
Esto del rey negro no es muy racional, que por allí no los había, aunque vaya usted a saber, que tampoco los había en Madrid y ahora hay muchos.
En aquellas tierras no se conocían las prédicas de Mahoma entonces, por lo que no hay que pensar que eran moros, que eso fue mucho después, para desgracia de los de oriente.

Tras seguir la estrella encontraron al recién nacido y lo adoraron, entregándole oro incienso y mirra, el oro lo conocía ya de muy niño por los pendientes de mi madre, el incienso también por las misas, el caso es que la mirra nunca supe lo que era, lo peor es que todavía no lo se, prueba de mi incultura.
En la fría noche del cinco, los veía por la Puerta de Alcalá, con unos camellos y unos pajes, salían de las escuelas Aguirre e iban imponentes sobre unos corceles que los pajes llevaban de las riendas, detrás unos camellos con unas cajas grandes, llenas de regalos, eso era todo.
Nunca supe que en realidad eran concejales disfrazados, uno de ellos con betún en la cara, se veía muy real y saludaban con ceremonia y una leve sonrisa.
Ahora con tanta carroza iluminada y tanto anuncio me parece mas una charlotada o el anuncio de un circo, hay muchos personajes contratados, incluso payasos, los niños están confusos pues no saben si son empleados de El Corte Ingles o de Telecinco, se ha perdido el misterio y la sencillez.
Yo recuerdo solo a los de Madrid, no se si eran los únicos, además al no haber  televisión, se evitaba esta confusión de reyes en todas las autonomías y ciudades y pueblos, que ahora son miles los Reyes Magos, incluso uno se cayó ayer de la carroza y se ha matado, esto es deplorable y los niños que lo hayan presenciado, padecerán un trauma hasta bien entrada la madurez.
Una prueba mas de que existieron, son sus nombres que perduran por los siglos, Melchor Gaspar y Baltasar.
Todavía hoy hay gente que se llama de esta manera, se me ocurren Melchor Miralles, Gaspar Llamazares y Baltasar Garzón, no iban a llamarse como algo que nunca existió.
Los óleos de los mejores pintores los han representado, a mi me gusta la adoración de Velázquez, con ese niño tan tieso y Baltasar tan oscuro y con gola, como un hidalgo de Castilla.

Hay quien dice que eran astrónomos, al ver la estrella la siguieron por el desierto hasta llegar a Belén, así que no era una estrella fugaz, que no hay quien las siga, pienso que por las fechas.....pudo ser el cometa Halley, que yo lo vi hace unos años y era igual que la de purpurina del nacimiento de mi casa, en la niñez, cruzaba el cielo noche tras noche, como a velocidad de camello, esto si es verosímil.
Recuerdo cuando dejé de creer, una noche de reyes que me tocó guardia en el cuartel de Cáceres , solo en un pequeño cuarto con un camastro, ni cabalgata ni regalos ni....esto pasa, que perdemos la fe incluso en lo que si existe.
Los escépticos dirán que todo es un cuento chino, pues son ya lejanas las noches de ansiedad en los eneros de su niñez, luego les pasa como a mi, que se hacen mayores y se niegan a creer, aunque queda aquí demostrada su realidad que cabalga anualmente en los sueños de los mas pequeños, también en el recuerdo de muchos mayores




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