Garzas y garcetas, deben ser como primas hermanas, dos planeadoras que viven en los mismos campos, aquí abundan y llevo años viendo sus vuelos y costumbres.
Garcetas hay por cientos, blancas y no muy grandes, duermen todas en un pequeño lago de agua dulce, próximo al mar.
Al atardecer, las veo por bandos de decenas que vuelven a casa, donde se acicalan las plumas y se aprietan para combatir el frío de la noche, entre una vegetación mayormente de espadañas y castañuelas.
Las garzas, por el contrario, viven solas, en el río Guadiaro, desde donde en el crepúsculo, vienen a las lagunas que por aquí abundan, a buscarse la cena.
Las veo volar majestuosas, con sus grandes alas extendidas que apenas mueven, rasgando el aire calmo del atardecer.
Me pregunto el origen de su nombre de “garza real”, que bien reales también son las garcetas, supongo que siglos de dominación de las monarquías, identifican lo elegante y grandioso con la realeza.
Yo no soy monárquico, aclaro, que mas bien soy de los reyes antiguos, como los de Castilla, que eran los mejores y por tanto los hacían reyes.
Con lo de las herencias, hemos tenido mucha chusma de reyes, algunos idiotas y otros viciados de tanto casarse entre familia.
Todos los seres son reales en cuanto que existen, pero pocos son los que se adjetivan para asociarlos a los monarcas que nos han manejado por generaciones a su antojo.
Así hablamos de águila real, búho real, pavo real......para las especies con magnificencia.
Al león le dicen el rey de la selva, pero no dicen el león real, es decir que entre similares, solo es real el mas excelso.
La garza es ejemplo por su tamaño y su vuelo majestuoso, también por su vida solitaria e independiente.
En cambio, las garcetas, mas pequeñas y gregarias, reciben el calificativo de “boyeras” que digo yo que eso es pasarse y además denigrante, que es termino ofensivo para las hembras.
Supongo yo que desde hace siglos, los cortesanos, viendo una especie animal de gran prestancia, le dirían al rey, esa es una garza real, que nunca dirían una hormiga real o un sapo real.
Es extraño que tras la revolución francesa, en que cambiaron hasta los meses del año, no renombraran a un águila como republicana, o también pudieron decir el ciudadano pavo.
Este post va saliendo algo pueril, pero los vericuetos del pensamiento me trajeron hasta aquí.
Cada día veo a las democráticas y populares garcetas, incluso me acerco a ellas pues no son recelosas, siguen a los tractores que horadan la tierra, en busca de gusanillos, saltamontes y otros bichejos.
Las garzas reales, por el contrario, son recelosas y esquivas, a la menor alarma levantan el vuelo y se esfuman, no les gusta la compañía ni las confianzas, alguna vez emiten un graznido siniestro y autoritario mientras se alejan.
Creo que hay solo un ave superlativa, el águila imperial, que emperador es mas que rey, el caso es que también hay un pingüino emperador, ave torpe y deslavazada que desmerece de las altas jerarquías.
Pienso ahora en el buitre negro, que bien podía la tradición llamar buitre real, aunque supongo que las testas coronadas se espantarían del calificativo que reflejara las mas de las veces la naturaleza carroñera de muchos de los monarcas históricos.
El caso es que a garzas y garcetas todo esto se les importa una higa, que los hombres somos de elucubrar y no paramos de dar vueltas al magín, las mas de las veces de forma estéril, como aquí queda demostrado.
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