junio 26, 2011

Un Santo y un Sabio.

El aire en Sevilla a las cinco de la tarde del “veinte y cuatro” de junio, está a  38º que yo doy fe de ello, estoy al pie de la Giralda con su gran zócalo de piedra y supongo su solida cimentación que hace a la torre con sus campanas y su "giraldillo" estable a través de su larga historia de alminar arabe y campanario cristiano junto al Betis.
Los cocheros sestean con sus camisas blancas, algunos juegan creo que al tute, sentados de a cuatro en los coches de caballos, ante la falta de algún japonés a quien pasear, los caballos en pie resignados ante la llegada del verano rumian sus pensamientos, añorando un pasado de briosos corceles enjaezados camino de los toros en la Maestranza montados por jóvenes jinetes, a la grupa una esbelta amazona de faralaes, en contraste con este presente prosaico, de sector terciario explotado por autónomos.
Ante el calor me encamino a la Capilla Real donde soy advertido por un guarda de que es solo para el culto, ante lo que como cristiano y algo culto, entro por derecho y me acomodo en un  banco a la espera de la misa. 
Contemplando la cúpula blanca y barroca y a la Virgen de las Batallas, pienso en los dos reyes ahí  presentes, Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio, uno sabio y otro santo, pienso en el apelativo con el que pasará a la historia nuestro Rey, mejor dejarlo pues solo se me vienen nombres chuscos.
El cura entra con la casulla bajo el brazo y al poco reza la misa, que versa sobre San Juan Bautista, ante apenas diez ancianas, una de las cuales se levanta y lee una bonita epístola a los efesios.
Resulta extraño escuchar el Evangelio con referencias a Zacarías Palestina y  el río Jordán, nombres tan próximos y tan presentes ahora en las noticias de una zona siempre convulsa.
Cuatro ventiladores feos y cromados mueven el frescor de la capilla y sobre su rumor constante se escuchan las campanas que voltean varias veces, no se si por la hora o por San Juan.
 Al salir el fuego anda por las calles y los turistas en paños menores ignoran que a pocos metros, en urna de plata repujada, reposa incorrupto el cuerpo de quien conquistó Sevilla para gloria de Velazquez, Murillo y Herrera el mozo.
Patria chica de Rinconete y Cortadillo, solar del  “patio de Monipodio” guarida de todos los pillos que pastan en el presupuesto, el PER los ERES los fondos FEDER y toda una “robadera” inverosímil que, ni el ingenio de Cervantes pudo concebir.  
SEVILLA QUE MARAVILLA !!!!!!!!.

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