diciembre 02, 2013

El Palmar.

El uno de diciembre, es buen día para darse un garbeo, las motos mohosas del noviembre siempre triste y poco propicio para las expansiones.
El tiempo se anuncia radiante, con ese sol deslumbrante y metálico del invierno, ropa de abrigo, que valdría para el verano de un país nórdico, que tan benigno es aquí el meteoro.
Al café de media mañana acudimos los de siempre, además Juan y Alberto, este ultimo monta la que fue la "GS" amarilla de Ignacio......., que pena Ignacio que ya no estás para meter la primera y salir disparado, como solías.

Con este otro sentimiento de nostalgia, arrancamos camino de Medina Sidonia, el “Asido” de los romanos, que esta tierra bendita esta llena desde los neandertales, que ya entonces se estaba bien por Cádiz.
Nos desviamos hacia Benalup de Sidonia, pueblo de tétrica historia que cambió su nombre antiguo de “Casas Viejas”, donde sucedió lo del "Seisdedos", libertario que quiso hacer la revolución por su cuenta, encerrado en su chozo, armado hasta los dientes, con la familia.
 D. Manuel Hazaña, socialista de pro, pronunció el terrible …….."ni heridos ni detenidos, tiros a la barriga".
Tras pegarle fuego al chozo, salió despavorida la tropa de hijos y cuñados, también las mujeres, la fuerza publica obedeció las ordenes del gobierno, liquidando a casi todos.
Ahora Benalup es un pueblo apañado y de casas modernistas y extravagantes, lo que permanece invariable es el paisaje de chaparros pequeños y dehesas con ganado pacífico, que no vi yo por allá toros de lidia.
Después de una breve parada, al campo otra vez, por un camino que va por derecho hasta los pies del cerro de Vejer de la Frontera, este ha sido sitio de frontera, aunque solo se hable ahora de la de Gibraltar, estaría bien que de ahora en adelante se le llamara "Gibraltar de la Frontera", en recuerdo de lo que fue división entre moros y cristianos cuando se atascó la reconquista por un par de siglos.

Tras un corto rodar por unos campos abiertos, ya con el brillante Atlántico al fondo, llegamos a una aldea, que yo desconocía a pesar de los años dando vueltas por estos lares.
Es este “El Palmar”, sitio mágico, por su infinita playa con olas redondas y ordenadas donde algunos surfistas van y vienen entre el ruido y la espuma, me llama la atención uno muy gordo, embutido en el traje oscuro de neopreno, se asemeja mas a un cetáceo que a un atlético cabalgador de olas, con las cremalleras cerca del colapso.
Tras un rato de percibir una extraña sensación, me doy cuenta de que el efecto es producido por no existir apartamentos ni hoteles ni feos carteles de publicidad..........solo una aldea de casas blancas con calles anchas, algunas de arena.
Una hora de charla al sol, con el rumor del mar, algunas cañas y croquetas, con unos trozo de pulpo y varias anchoas, hasta que el aire frío, que ya es casi Navidad, nos levanta del letargo para volver a todo correr.

Estas tardes soleadas de ahora, se vuelven heladas en cuanto el sol cae, los aires constantes empiezan a cortar como cuchillas, de esta manera la incursión acaba de forma desabrida y presurosa, atravesando raudos La Janda, luego Tarifa y tras el estrecho, la siesta en el calor de la chimenea y el reposo de la tarde ya casi de invierno.

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