febrero 24, 2011

Mi graduación

Me da la risa al recordarlo, lo que indica que me importó un rábano y no tuvo influencia en mi personalidad ni me provocó trauma alguno.
He asistido a varias ceremonias de graduación de mis hijos, bachillerato, universidad e incluso un brillante MBA en una escuela de negocios, sonrisas aplausos y un traje tradicional con toga en todas ellas, las familias complacidas de ver a sus polluelos encaminarse a un futuro prometedor, tiempo de felicidad, pompa y circunstancias.
Contando catorce años tras unos ocho de colegio tedioso y hostil, madrugones de frío y tardes de deberes y siempre profesor particular de matemáticas, con los párpados semicerrados antes del baño y la cena, tediosa adolescencia, pues bien con esas catorce primaveras había ya aprobado sexto de bachillerato y me preparaba para la “revalida” lo que significaba el final de mi época escolar.
El ultimo día por cualquiera de aquellas chiquilladas fui expulsado de clase, hablar, revolver, reirse...todo era sancionable, estando en la puerta en el largo corredor parecido al de las prisiones, vi a contraluz la figura del Prefecto, el hermano Francisco, “El Paco” en el argot del colegio, que acostumbraba a pasar por la puerta de las clases abofeteando a los expulsados, tras lo que volvía a sus quehaceres docentes o espirituales.
La sangre se agolpo en mis mejillas y tras lustros de tortas y reglazos, eche a correr hasta alcanzar las escaleras, bajar al patio y eludiendo la entrada principal saltar la gran puerta metálica, escapando Calle Guadalquivir abajo hasta que ya en la esquina de Serrano aminore la marcha sofocado, siempre fui fui un niño flaco y ágil.
Al día siguiente hice el examen de estado y nunca mas volví al colegio hasta pasados muchos años.
 Aunque parezca contradictorio guardo un buen recuerdo de mi educacion y alguna vez he vuelto a sus clases y patios con nostalgia.
Así pues mi graduación no se parece mucho a las de las actuales generaciones, fue solitaria, sin aclamaciones y a paso rápido, unicamente el  sofoco recuerda a las presentes ceremonias.
Son solo las costumbres que van cambiando, quizá mañana u otro día de este febrero que acaba, describa mi graduación como arquitecto.....fue parecida.

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