Las campanadas.

Es un pequeño pueblo en el alto Ampurdán, han dado los cuartos y a continuación las doce campanadas de la media noche, la campana es mala y debe tener fisuras en su bronce centenario, es un sonido de pueblo humilde.

Mientras leo en la “red” las noticias de Bin Laden, los jaleos de la candidatura de Bildu, las matanzas en Siria, las otras matanzas de Libia, los crímenes de “violencia de genero”, que  nombre tan estúpido, era mejor crímenes pasionales.

Es un bombardeo de cosas que realmente no son parte de mi vida, los Ferraris no van bien, Mouriño sancionado, Rubalcaba con su sonrisa maléfica, Nadal ganó y Severiano se murió, el pobre.

Vivimos enajenados con informaciones que no nos importan, solo nos confunden y nos inquietan,  es la hiperinflación de la actualidad y la excitación externa.

Quizá hace cien años en estas mismas recónditas calles el rumor era la pulmonía de la Montse o la compra del prado del Sergi por el Jordi que ganó dinero en Tarrasa con los paños y vino en coche con la Cárme vestida a la moda y fumando.

Nuestras vidas son limitadas en el tiempo y en las acciones, somos náufragos de un océano de acontecimientos irrelevantes que nos confunden y nos aíslan en un mundo global en el que transitamos aislados y solitarios, sin una vida de comunidad.

Estas doce campanadas me hacen recordar a las generaciones de agricultores que vivieron aquí, preocupados por la salud de la oveja parturienta, o la tormenta de mayo que quebrará la mies, o el nacimiento del nieto que vino de cabeza y salió por los buenos oficios de la comadrona.

Somos felices ahora? nos importa lo que leemos a diario incluido que Jaguar fabricara su primer deportivo híbrido o que David Beckham tuvo un accidente de trafico en Los Angeles?.

Las doce campanadas con sonido de lata me parecen mejor información y me infunden paz.

Recuerdo ahora a Fray Luis de Leon.

¡Qué descansada vida

la del que huye de el mundanal ruido

y sigue la escondida

senda por donde han ido

los pocos sabios que en el mundo han sido!