noviembre 16, 2013

Magnicidio.

Este viernes próximo, día veintidós, se cumplirán cincuenta años de aquella mañana, ya fría de otoño, en que en la esquina de Hermosilla me subí al autobús 51, camino del colegio, Serrano arriba, que entonces era de dos direcciones y se iba hasta República Argentina tan ricamente.
Con la trenca, la mochila y las orejas rojas de la espera en la parada, apenas subí los peldaños, escuché a uno mayor.....todos eran mayores entonces, HAN MATADO A KENNEDY.
Se inventó una palabra nueva, "magnicidio", que ya los muertos normales quedaron disminuidos frente a los asesinados de rango.

No sabia yo mucho de este Presidente de la Nación de las neveras y los coches con ventanillas eléctricas, aunque se decía que era católico, lo que en la España de la época era garantía de que los americanos, esos indios y vaqueros, mejorarían en su moral y volverían a las buenas costumbres.
Hubo luego varias portadas de ABC con uno que se llamaba Oswald, quien con un rifle y desde una ventana era el asesino, otra portada traía a Ruby que se cargo al anterior, a la vista del publico y las cámaras, este ultimo murió de cáncer en la trena y luego fueron todo especulaciones.
La CIA, el Pentágono, lo cubanos, la mafia, lo cierto es que le tenían querencia y muy joven, lo apiolaron.
He sabido luego, lejos de las preocupaciones de los exámenes colegiales, que Kennedy padre era un “caballero de industria”, quien en su ambición le fabrico a su hijo una presidencia a base de perras.
El hermano, Robert, Fiscal General, mas tiros poco después, se ve que les tenían ganas, gente con mal fario, más portadas de ABC.
Por otra parte, no se si fue un buen presidente este JFK. estuvo bien lo de  “man on the moon”, que lo harían mas tarde, fue bonita en la toma de posesión lo de “lo que tu puedes hacer por America”, en esta época donde todos piden y reclaman de la ubre de la Patria.
El caso es que con el tiempo salieron los trapos sucios, de su relación con la mafia, de su abandono de los cubanos y de sus líos de faldas, múltiples y azarosos, aunque esto es muy apostólico y no juzgaré yo al prójimo por su liviandad.
El caso es que una vez viuda, Jacqueline, la que saltaba del coche cuando los tiros, no le guardo ausencia.
Parece que ya tuvo algún escarceo en vida del Presidente, luego fue un ir y venir para acabar con Onassis, viejo y rico, con disgusto de la cantante Callas a quien se lo levantó, encerrándose esta ultima en su piso de París sin cantar ni pío, hasta la muerte.

Me da pena un hombre tan joven y tan prometedor, con esos sufrimientos por su espalda averiada, acabar tan muerto de tiros en la cabeza y con su honor mancillado por el armador, que verdad esa de que “no somos nadie”.
Sin que venga a cuento, el otro hermano Ted, tuvo un episodio años mas tarde con una secretaria ahogada en un coche que cayó a un canalillo, se ve que eran una familiota que daba mucho que hablar.
El caso es que todo ya pasó y aprobé aquel curso de cuarto de bachillerato, con su revalida y todo.
He leído mucha historia desde entonces, con los siglos las anécdotas y los amoríos se desvanecen y quedan los grandes nombres, de reyes y guerreros, de mujeres valerosas y fieles, de héroes e iluminados, los de ahora, parecen todos gente del bronce.

Quien sabe si en quinientos años, tamizados los hechos, será este Kennedy un Fernando el Santo o un remedo de el Rey Católico de Aragón, la viuda una Penélope acosada por los cortesanos mientras desteje a la noche lo hilado por el día, el tiempo lo dirá, aunque no parece.

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