La fotografía estaba ya consolidada como técnica en 1.850 y fue un gran invento que posibilitó que todos pudieran tener memoria de sus días solemnes, graduaciones, bodas, reuniones familiares, tres cuatro fotos a lo largo de una vida.
Yo las he visto, bisabuelos de uniforme con perilla y mirada penetrante sobre cartoncillos amarillentos con las esquinas romas, mi familia fue muy del “ramo de guerra” y supongo que se las hacían al ascender a teniente de artillería o algo parecido.
Las de mis abuelos son mas numerosas, en papel con un filo blanco rizado, también hieráticas como de "miren al pajarito", aunque sin uniforme pues se habían pasado al funcionariado civil.
La generación de mis padres allá por los cincuenta dispararon bastantes fotos, así se decía, pues no se iba entonces al fotógrafo, como quien iba al dentista.
Quien mas quien menos tenia una cámara en casa, cuidadosamente guardada en una funda de cuero marrón con una correa fina, las fotos son mas informales aunque no faltan las de “ceremonia” que nos incluía a los niños, con faldón o de marinero en mayo cuando las comuniones o haciendo la carpa en un trampolín aunque salían siempre movidas.
Fotos todas ellas guardadas en cajitas que se remiraban en tardes aburridas de lluvia con preguntas sobre los ya desaparecidos, la tía Isabela, el bisabuelo Ramón, los ancestros.
Ahora las cosas se desmadraron desde que hace quince años aparecieron las cámaras digitales y mas cuando los teléfonos también hacen fotos incluso con el ruidito del diafragma, que confusión cuando además se envían por sms y por mail y .........el caos absoluto.
Los bebés ya de por si parecidos formaran una melé anónima que nadie tan siquiera mirara.
Mis biznietos nunca sabrán quien fue su bisabuelo pues me confundirán con Iker Casillas, quizá con Mariano Rajoy o creerán que fui algún rostro en el Facebook de mis parientes.
Habrá una mezcolanza terrible de millones de imágenes sin que nadie sepa quien es quien, así que solo se mirarán los cartoncillos de mis bisabuelos que seguirán en las cajitas guardadas para alguna tarde lluviosa, especialmente si la lluvia es ácida o radioactiva en que los menores no saldrán de casa.
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