marzo 20, 2011

El eurocafé.





Hace ya años me marché en mi moto, entonces negra, en un viaje a ninguna parte buscando no sabía que. 
Pasé por Barcelona para ver a Ricardo, hombre sensato y buen amigo, me encaminé luego hacia Lyon por el valle del Ródano, desde donde tras cruzar Montecarlo que me pareció un mal decorado de zarzuela, me tumbé a la derecha, a Italia la imperial.
Conocí Turín y por el valle de Aosta tomé un largo y estrecho túnel que acababa en Suiza, extraña forma de llegar a una nación.
Ginebra es algo lúgubre y recuerda a Lutero quien para un cristiano es hombre tetrico y malvado.
Me encaminé mas lejos, hacia el norte camino de Alemania, la patria de Bach tambien protestante pero al menos buen compositor.
Era septiembre y al dar con mis huesos y mi BMW en un lugar llamado Neuchâtel, llovía constantemente y el frío era absurdo asi que retorné hacia el sur, donde el sol es amable y florece el limonero.
Añoré el Mediterráneo y acabó mi periplo europeo, volviendo a mi rincón.
La vuelta por Grenoble y Paris con el bolsillo lleno de liras francos franceses y suizos además de mis pesetas fue desagradable, las paradas en los peajes de las autopistas eran delirantes y formaba grandes colas tras de mi, que buscaba entre puñados de moneditas la forma de pasar aquellas barreras.
Felizmente con el euro mi viaje ahora seria mas simple, con el aparatito electrónico que  abre las barreras, la felicidad total.
No obstante Europa tiene una unificación pendiente, la de los cafés, parece absurdo pero es decepcionante que no se pueda uno tomar un cafe decente con una denominación simple y reglada, sea expresso macchiato, ritretto semi fredo, cafe cortado, café au lait, leche manchada mas leche que cafe, americano, marroncito, con una nube, descafeinado de maquina.....
El Parlamento europeo debería centrarse en unificar los cafés, cuatro o cinco, de forma que desde Finlandia hasta Algeciras el ciudadano pudiera pedir un bebedizo normalizado y previsible, con una tacita blanca de porcelana y una jarrita también blanca con leche cremosa y espumada, azúcar morena o blanquilla, sacarina para los obesos y una cucharita plateada del tamaño adecuado.
Es una tontería pero bajarse de la moto con el bolsillo lleno de monedas dispares y no saber pedir el cafe adecuado, produce una gran infelicidad al viajero quien maldice de las instituciones, que deberán velar por la integración de nuestros pequeños placeres mas allá de las fronteras de esta vieja Europa. 

2 comentarios:

  1. Y que seria de los italianos que piden sus complicados cafes!
    ritretto semi fredo in taza sciuma a parte!

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  2. las fotos realmente hacen mucho! :)

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