Los días de fin de año me parecen raros y suele darme nostalgia, así que antes de comer he arrancado la moto y me he largado a recrearme en un rato de soledad, que el campo no entiende de fin de año ni esas convenciones, el campo es intemporal y por ello eterno, ademas de impasible.
El campo es aquí una presencia constante, como un hermano mayor, bueno mejor como un padre que lo envuelve y lo cobija todo.
A los pocos minutos, antes de calentar las gomas, ya ruedo por las curvas de la finca de la Almoraima, camino de Castellar de la Frontera.
Siempre, al pasar por aquí recuerdo a Ruiz Mateos, comprendo su locura al perder esta finca por un "Decreto de Expropiación", el pobre va de mal en peor desde entonces, no es para menos.
El cielo esta nuboso tras estas Navidades tan luminosas, aunque las nubes gordas y blancas están quietas y como cansadas, se ve que vienen desde el Atlántico, tan lejos.........
Sin darme cuenta voy buscando un mirador que yo me conozco, a la vera del castillo, mirador de muchas miradas ya antiguas, sobre el verde mate de los bosques a sus pies, el grisáceo Peñón de Gibraltar y la bahía plateada, lejos como una sombra desvanecida, Africa.
Al poco de ensimismarme me distrae un grupo de buitres que pasa silencioso a la altura de mis ojos, en dirección oeste, hacia el estrecho, buscando algo que llevarse a la boca, como tantas criaturas aquí en la comarca.
La contemplación de las sierras que se extienden hacia todas direcciones, solitarias y silenciosas, me produce tranquilidad y me hace olvidar este fin de 2.012 tan lleno de sobresaltos y gritos de protesta.
A punto de irme, que no es bueno rebuscar en los sentimientos.....veo a una mujer joven que sentada, da el pecho a un crío a mi entender ya mayorcito, me da la impresión de la continuidad de la naturaleza, que todos los días se afana por renovarse y multiplicarse, podría ser una escena de hace cien o mil años, a no ser........... por que la chica mientras da de mamar, chatea sobre las teclas de un móvil con sus uñas tan rojas, nunca había visto algo así, tan ancestral y tan tecnológico a la vez.
No puedo evitar sonreír y me marcho hacia abajo pensando que también el humor y la ironía son parte de la creación, de manera que me vuelvo a cumplir con la tradición de recibir el año, pensando que algo nuevo y alegre nos traerá, seguro.